KONRAD, de Salvador Lemis MMXI, México.

KONRAD: EL CHICO CIBERNÉTICO.
Autor y director: Salvador Lemis
Obra teatral:
Basado en la novela de Christine Nöstlinger.
PERSONAJES:

Señora Bartolotti: Yulliana Vargas.
Konrad, el niño perfecto: Teo Flores.
Egon: Francisco Sobero.
Kitty: Yenny Ávila.
Madre de Kitty: Cristina Arce.
Nuevos padres: Cristina Arce y Luis Ortiz.
Empleado de paquetes y Computador central: Apoyo actoral.
__________________________________________________________




CUADRO I
PRÓLOGO: PRESENTACIÓN DE LA SEÑORA BERTI BARTOLOTTI.
1.- MÚSICA funde a EFECTO DE TIMBRE.
Bartolotti: Huuuyyyy…
Empleado de Paquetería: Buenas. (Fatigado.) ¡Uff, esto pesa por lo menos veinte kilos!
Bartolotti: Buenas. ¿Qué desea?
Empleado de Paquetería: Hacerle una entrega.
Bartolotti: ¿Otra?
Empleado de Paquetería: ¿Otra?
Bartolotti: No me haga caso.
Empleado de Paquetería: ¿Es esta la ALFOMBRAS DE ARTESANÍA: CASA BARTOLOTTI & COMPANY…?
Bartolotti: Aquí es. Sólo que no está Company. Soy yo sola. Me inventé lo de Company para que mi tarjeta comercial parezca más importante. (Orgullosa.) Hago las más bellas alfombras de nudo de toda esta ciudad. ¿Cómo la ve?
Empleado de Paquetería: (No comprende.) Ah. (Transición.) Le envían este paquete. Firme donde dice “aquí.”
Bartolotti: (Firma.) “Aquí.” (Extrañada.) ¿Yo soy “aquí”?
Empleado de Paquetería: ¡Es todo! ¡Muchas gracias, señora Berta Bartolotti!
Bartolotti: Con gusto, joven. (Le da propina.) Aquí tiene. Y váyase por la sombrita.
Empleado de Paquetería: Hasta otra vez.
Bartolotti: Hasta luego. (Acompaña al empleado hasta la puerta.) Mmm…
(Luego se sienta en su mecedora frente al gran paquete. Se palpa el pelo teñido de rubio, se pasa las uñas pintadas de azul cielo entre los mechones endurecidos por la laca y medita.)
Bartolotti: ¿Lana de alfombras?, lana seguro que no es. La lana no pesa tanto. Un paquete de lana de este tamaño pesa a lo sumo cinco o seis kilos. (La señora Bartolotti se levanta y gira en torno al paquete.) No tiene remitente. Qué extraño. (Transición.) Criatura, ¡examina a fondo tu conciencia! (Para sí.) Me lo dicho ochocientas ocho mil veces: desde que me leí ese libro de “Compro, luego existo”, no he podido detenerme. Voy a tener que ir a una Terapia Conversacional Posmoderna para ver si me quitan lo de “compradora compulsiva”. (Transición.) ¡Criatura, pero si te has vuelto una aficionada a los cupones, a los descuentos, a revolver mercancías de encima de las mesas…! (Transición.) ¡Ay! ¡Muero por las ofertas y rebajas! ¡Me desmayo con las ofertas especiales de las plazas! ¡Me fascinan las compras por la red! (Transición.) Una vez encargué sin querer 449 pizzas por internet, porque se me trabó el dedito en mi teclado… Tuve que repartir una pizza a cada inquilino de mi edificio. ¡Y yo estuve tragando pizzas por veinte días! (Transición.) Me juré no volver a encargar nada nunca, nunca más. (Curiosa.) ¿Qué será…?
(La señora Bartolotti toma las tijeras de picar cebollinos y corta el cordón del paquete. Luego, rasga el papel y levanta la tapa de grueso cartón que había debajo. Dentro hay virutas azul celeste y entre las virutas un sobre azul, en el que se puede leer.
3.- GRABACIÓN Grabar y decir en off.)
Para la señora Berta Bartolotti.
Distinguida señora Bartolotti,
le adjunto la entrega solicitada por parte de
Nuestra Empresa de Alta tecnología.
En caso de que nuestra ya no le sea de utilidad,
puede usted devolverla por el mismo
porte pagado a vuelta de correo;
aunque solo podemos admitir
la devolución de la mercancía
siempre que esté cerrada.
¡Aquí hay una firma! No sé si dice «Humbert» o «Honbert» o «Monbert».
(La señora Bartolotti deja la carta sobre la mesa, se inclina. Aparta las virutas y el papel y ve entonces una gran lata de conservas de brillo plateado. Golpea con los nudillos en la lata.)

Bartolotti: Esto no parece ser de atún, eh. (Transición.) Bueno, si es atún en agua le regalo un kilo a Egon… y a la anciana Meier otro kilo y dos al pequeño Michi y a Kitty le regalo tres kilos. No necesito hacer compras en todo el mes. Comeré atún en el desayuno, atún en la comida y atún en la cena. ¿Y si me salen escamas? Criatura, déjalo, puede salirte mal. (Transición.) ¡Criatura, abre de una vez esta extraña lata!
(La señora Bartolotti se lleva un susto tremendo. Empieza a temblar desde la punta de los oxigenados cabellos hasta las uñas de los pies pintadas de verde claro, se siente un poco mareada, se tambalea y cae pesadamente sobre la mecedora. Sale una “cosa” que estaba acurrucada dentro de la lata de conservas. Un enano.)
Enano: Buenos días, querida madre. (Hace un cariñoso gesto de saludo con la cabeza y la señora Bartolotti se lleva un susto tremendo, no sólo tiembla, sino que se marea. Dentro, hay un enano encogido. Tiene una cabeza encogida y mil arrugas, brazos apergaminados, un cuello apergaminado y un pecho encogido. Tiene también un vientre apergaminado y permanece sentado en la lata. La arrugada boca del encogido enano, dice:)
Enano: Querida madre, la disolución nutritiva está en la tapa.
Bartolotti: (Leyendo.) Disolución Nutritiva. 8000 kilocalorías. Disolver el contenido de la bolsa sobre el producto de alta tecnología. «Cortar por aquí». (Corta.)
Enano: Sería conveniente que te dieras prisa. Sin esa disolución nutritiva no puedo conservarme mucho tiempo al aire libre. Me mareo, ahg…

CUADRO II
KONRAD YA SE CONVIERTE EN NIÑO ADORABLE.
(La señora Bartolotti se levanta de la mecedora. Se tambalea. El enano se mete. Ella le echa el agua nutriente dentro. Vierte lentamente el polvo sobre la cabeza del enano arrugado. El enano absorbió todo el contenido marrón y se fue poniendo cada vez más terso, hasta que se convirtió en un niño bastante normal. Sale un chico apuesto, vestido exclusivamente con un pañal blanco muy ajustado. Tiene un sano color, tostado por el sol, piel tersa y delicada, mejillas sonrosadas, ojos de color café, blanca dentadura y cabellos blancos. El muchacho sale de la lata de conservas y entrega un sobre azul claro a la señora Bartolotti. La señora Bartolotti toma el sobre, lo abre y lee.)
Bartolotti. Partida de bautismo, documento de ciudadanía, certificados de vacunación….
Padre: Konrad August Bartolotti
Madre: Berti Bartolotti
Nacido el: 29-07-2000
Lugar de nacimiento: Desconocido.

Konrad: Madre, he sido vacunado contra la escarlatina, la tos ferina, el sarampión, la tuberculosis, el tifus, la disentería, la difteria, el tétanos y la viruela.

4.- SEGUNDA GRABACION. OFF.
REPRODUCIDA POR EL NIÑO CIBERNÉTICO.
Queridos padres,
acaba de hacerse realidad vuestro más
ferviente deseo.
Nosotros, los fabricantes, les deseamos
satisfacciones con su retoño.
Que sea siempre fuente de alegría para ustedes
y colme las esperanzas que han puesto en él y
en nuestra empresa de Alta Tecnología.
Nuestros productos cibernéticos
son sumamente fáciles de
manejar y de cuidar. Los defectos,
imperfecciones, impuestos por la naturaleza,
no existen en nuestros acabados productos de
alta perfección técnica.

Aquí parece que dice «Humbert» o «Honbert» o «Monbert».
Bartolotti: (Observa el pañal.) ¿No tienes ropa?
(Abran los brazos para abrazarse: ella duda, él se entrega. Bartolotti muy fría aún.)
5.- MÚSICA. PUENTE. OSCURO…
CUADRO III
OSCURO Y MÚSICA DE FONDO.
LA SEÑORA BARTOLOTTI SE VA DE SHOPPING. OSCURO.
KONRAD ESTÁ DESPIERTO Y LA SEÑORA BARTOLOTTI TRAE LAS COMPRAS. JALA UNA CUERDA Y ARRASTRA BOLSAS DE TODOS LOS TAMAÑOS.
Konrad: ¡Buenos días, madre!
Bartolotti: (Se asusta. Suelta las once bolsas y resopla. Se quita la peluca radiante y se sienta en la mecedora, extenuada.) Buenos días, Konrad.
Konrad: ¿Eso es un saludo correcto de una madre para su hijo de siete años?
Bartolotti: En eso mismo estaba pensando.
Konrad: Yo también.
Bartolotti: Perdona, Konrad, cariño, vine caminando para ahorrarme el transporte.
Konrad: ¿A los niños se les da un besito, se les dice solamente “buenos días” o se les rasca aquí diciéndole “mi cuchi cuchi”?
Bartolotti: A ver, lo intentaré. (Va hacia él y le golpea el hombro. Casi lo mata.) ¡Hola, Konrad! ¿Todo bien?
Konrad: (Recuperándose.) Ya no.
Bartolotti: La señora Meier, del depa cuatro, a veces levanta en brazos a Michi y le suelta un beso en cada mejilla.
Konrad: (Mueca.) ¿Eso es higiénico?
Bartolotti: Supongo. Ese niño está muy saludable. Su abuela la señora Meier tiene cáncer, pero eso no se pega. (Siempre que pronuncia la palabra “cáncer” susurra espantada.)
Konrad: ¿Cáncer?
Bartolotti: (Susurra.) Sí, cáncer.
Konrad: ¿Eso es malo?
Bartolotti: Dicen que da por comer alimentos enlatados, pollos Kontuchi y hablar por celular.
Konrad: (Sin comprender.) Ah.
Bartolotti: ¿Cambiamos de conversación, cariño?
Konrad: (Insiste.) ¿Me vas a repetir: “Buenos días, Konrad, mi amor”?
Bartolotti: (Lo levanta del suelo. Suena ñoña.) ¡Hola, criaturita, angelito mío, ñaka ñaka, bulululu! (Lo suelta.)
Konrad: ¿Por qué me levantas en brazos y vuelves a soltarme en el suelo como si yo fuera un saco de papas?
Bartolotti: (Avergonzada.) Quería darte un beso. Pero no sé si a ti te parece bien.
Konrad: Los padres besan a sus hijos. Recordé el dato. (Frunce el entrecejo, pasa la lengua por el labio superior y hace un guiño.)
Bartolotti: (Sonrisa congelada.) Pícaro.
Konrad: (Cambia el tema.) Madre, estaba solo en casa y no he roto ni estropeado nada. Claro que he acomodado los cojines, he quitada la sábana y me he envuelto en ella, pero creo que eso no es malo. (Justificándose.) Es que tenía un poco de frío.
Bartolotti: Pues claro que no es malo.
Konrad: Entonces yo creo que puedes darme un beso.
Bartolotti: (Lo besa rápido.) Ahí está.
Konrad: Bisocosis.
Bartolotti: ¡¿Qué?!
Konrad: La saliva tiene unos microbios que se llaman bisocosis.
Bartolotti: (Asqueada.) Ah. What? ¿Besarruquis?
6.- MÚSICA. SE MANTIENE SOBRE LA ESCENA SIGUIENTE HASTA IRSE EN FADE.
CUADRO IV
LA SEÑORA BARTOLOTTI DESEMPACA LAS COMPRAS Y VA VISTIENDO A KONRAD.
Bartolotti: ¿Te gusta esto? (Saca un chalequito dorado y rosa.)
Konrad: Mmm… (Asiente no muy convencido.)
Bartolotti: ¿Te gusta esto? (Saca un cinturón con una gran hebilla de latón en forma de cabeza de toro.)
Konrad: Mmm… (Asiente.)
Bartolotti: Creo… que todo esto… no te gusta mucho, cariño.
Konrad: (Finge.) ¡Oh, sí! Claro que sí. Si a ti te gusta, madre, yo estoy contento con eso.
Bartolotti: (Subraya.) Pero es a ti a quien le debe gustar. Tú eres quien tiene que llevar estas ropas.
Konrad: Yo no sé lo que se usa ahora. Sólo… (Se calla.)
Bartolotti: Sólo, ¿qué?
Konrad: Sólo…
Bartolotti: Pero sólo ¿qué? Dilo de una vez.
Konrad: Está bien, si tú quieres, lo diré. He estado mirando un buen rato por esa ventana y he visto muchos niños, entre ellos había algunos de mi edad y llevaban otras cosas muy distintas a éstas.
Bartolotti: (Impaciente.) Pues, ¿qué llevaban?
Konrad: Pantalones gris claro o azules muy ajustados y camisas de cuadros o de rayas, y encima chamarras azules o marrones.
Bartolotti: ¡Ah! ¡¡Porque la gente es demasiado aburrida!! (Manotea.) ¡Porque no tiene fantasía y a todos le gusta lo mismo y no se atreven a nada!
Konrad: (Duda.) ¿Será?
Bartolotti: ¡Mira! (Se golpea el pecho.) Yo también uso cosas chillonas que las demás personas no llevan. Me pinto mis propios diseños. ¡Nadie los usa en el mundo: excepto yo, y estoy muy orgullosa! Es bonito lo que traigo puesto, ¿no? Mira qué madre tan guapa tienes, Konrad. ¿Te gusta?
Konrad: Yo no sé.
Bartolotti: (Deprimida, guardando lo que ha sacado.) Bueno, bueno, ya veo que toda la gente no es como yo. Si quieres, mañana te compraré un pantalón gris ratón, una camisa a cuadros y una chamarra azul, ¿eh?
LA SEÑORA BARTOLOTTI SE VA A SU MECEDORA. FINGE ESTAR DESPREOCUPADA, PERO SUSPIRA LARGAMENTE DE VEZ EN VEZ. KONRAD LA MIRA. VA HACIA ELLA. LA TOCA CON LA PUNTITA DEL ÍNDICE EN EL HOMBRO.
Konrad: No, madre, eso sería un derroche de dinero y, sobretodo, no es necesario. ¿Me ayudas? (La señora Bartolotti llora sentada de espaldas, niega, él la mira, ella niega, pero finalmente accede. Lo ayuda a vestirse muy rápido.)
7.- MÚSICA. SE VA EN FADE CON EL SIGUIENTE CUADRO.
Bartolotti: Tienes un aspecto fantástico, verdadera y sencillamente increíble. ¡Eres el niño más guapo que he visto en mi vida!
Konrad: Gracias, madre.
Bartolotti: (Jalándolo.) Ven, ven, mírate al espejo y verás qué guapo eres.
Konrad: No, gracias. Los niños de siete años sólo deben mirarse al espejo cuando se lavan las orejas o cuando se lavan los dientes; si no, se vuelven vanidosos y presumidos.
Bartolotti: Perdóname. (Transición.) ¡Ay, ahora que dices lavarse los dientes! ¡Dios mío, el helado que dejé en el baño, sobre el lavabo, se debe haber derretido!
Konrad: Mmm…
CUADRO V
DESAYUNO DE KONRAD.
Bartolotti: (Lo busca.) ¡Mira, ya se hizo agua, pero te gustará! Está muy bueno. Para que desayunes.
Konrad: ¿También cuando no es verano se comen helados?
Bartolotti: Claro que sí. Siempre se puede comer helado. A mí me gustan especialmente en invierno o cuando entra un Norte. Cuando como helados con más gusto es cuando me duele la panza y cuando como tacos al pastor. Lo mezclo. ¿Por qué me miras así?
Konrad: Pero, ¿no se come el helado sólo de postre?
Bartolotti: (Grita.) Perdóname, cariño, olvidé por completo que debes de tener hambre. Te haré un sandwich de jamón, un huevito pasado por agua con un pepino verde. ¿Te parece?
Konrad: (Mueca.) No tengo hambre. La ducha de disolución nutritiva alimenta por veintiséis horas. Sólo era que yo no estaba seguro de si se podía comer helado con el estómago vacío.
Bartolotti: ¡Caramba! ¿Por qué preguntas continuamente qué se debe o qué no se debe hacer?
Konrad: Porque un chico de siete años tiene que preguntarlo.
Bartolotti: Pero yo no tengo ni idea de lo que un chico de siete años debe o no debe hacer.
Konrad: (Se lo devuelve. Molesto.) ¡Entonces no comeré helado! Y mañana te enteras bien a qué hora se debe comer el helado, ¿te parece? (Breve chisporroteo: bizzz) Error de circuito.
Bartolotti: ¡Acepto! (Habla para sí, tragándose la palangana de helado con barquillos.) Pero no tengo la más mínima idea de a quién le puedes preguntar eso, criatura.
Konrad: (La mira curioso, mientras ella come. Música.)
Bartolotti: (Va a la cocina.) ¡Espera! ¡Ya sé lo que puedo darte!
8.- MÚSICA. SE VA EN FADE BREVEMENTE.
(Regresa con una bandeja donde ha colocado cosas inverosímiles para desayunar. Konrad se sienta en la mecedora. Ella le va dando alimentos. Reacciones diversas. Le da a beber de una botella de vino. Él lo prueba y escupe. Ella lo recrimina y bebe ella. Ella escupe también, Ríen. Ella termina comiendo de todo lo que encuentra tras él rechazar varias cucharadas. Ella le hace el truco de “cómo traga el león”, “del avioncito”, etc.)
CUADRO VI
KONRAD Y LOS JUGUETES.
Konrad: Madre.
Bartolotti: Dime, cariño.
Konrad: ¿Cómo puedo ayudar en las tareas de la casa? (Silencio.) Si quieres lavo los platos…, o sacudo el polvo…, o saco el tambo de la basura orgánica y de la basura inorgánica…
Bartolotti: (Extrañada.) ¿Harías con gusto esas cosas?
Konrad: ¿Con gusto? No lo sé.
Bartolotti: Ah.
Konrad: Pero un chico de siete años es capaz de hacerlo y, además, tiene la obligación de ayudar a su madre con pequeños trabajos.
Bartolotti: Sí. Es verdad. Claro. Naturalmente. Pero…, en el cubo de la basura todavía caben muchas cosas. Además, la capa de polvo no es todavía muy gruesa. (Transición.) Y en el clóset de la cocina aún quedan algunos platos limpios.
Konrad: Mmm…
Bartolotti: Mira, cariño, ¿por qué mejor no te pones a jugar con lo que te compré? ¡Te traje muchos juguetes nuevos!
Konrad: ¿Pero es Día de Reyes?
Bartolotti: ¡No, no es Día de Reyes! Pero…, ¡juega! (Le da con ímpetu una caja grande.)
Konrad: Mmm… Son muy bonitos. (Ella respira aliviada.)
Bartolotti: Menos mal.
Konrad: ¡Wuau! (Transición.) ¿Y dónde puedo jugar?
Bartolotti: (Extrañada.) ¿Dónde?
Konrad: Quiero decir: ¿cuál es mi rincón para jugar?
Bartolotti: En mi vida he oído hablar de un rincón para jugar.
Konrad: Todos los niños tienen un rincón que es de ellos. O cuando mucho un cuarto de juegos. (Susurra.) Es para no molestar a los adultos. (Transición.) ¿Puedes asignarme un rincón, madre?
Bartolotti: (Cuenta con los dedos.) Chín. A ver, a ver… Tengo un cuarto de estar, un estudio donde tengo mi computadora para entrar a Mercadolibre punto com. Tengo un dormitorio, una cocina, un vestíbulo, un cuarto de baño… ¡Ya sé! Si cada habitación tiene cuatro esquinas, pues eso quiere decir que en total suman 24 rincones. (Transición, pausa, toma aire.) ¡Ah, y del centro de la habitación también puedes disponer, cariño!
Konrad: Muchas gracias, pero me basta con un rincón.
Bartolotti: Bueno, en ese caso, elige tú uno.
Konrad: ¿Dónde estorbo menos?
Bartolotti: ¡¿Qué?! ¡¡¿Estorbar?!! ¿A quién?
Konrad: ¡A ti!
Bartolotti: A mí no me estorbas. (Pausa.) ¡De veras que no! (Señala.) Por mí puedes jugar en cualquier parte, hasta colgado de la lámpara.
Konrad: (Konrad señala.) Entonces me quedo con este. Entre la ventana y el vestíbulo. ¿Está bien?
Bartolotti: Sí. Mira. Esto es un oso. (Explica.) Los osos están en peligro de extinción: por eso hacen tantos de peluche. (Risa.)
Konrad: Yo creo que es mejor y más razonable para un chico de siete años jugar durante algún tiempo con una sola cosa, concentrándose por completo en ella. Si no, con tantas cosas, se puede poner uno muy nervioso.
Bartolotti: No lo había pensado. (Transición. Feliz. Saca una carta de triunfo.) ¡Mira, hasta te compré una muñeca preciosa que dice clarito, clarito: “mamá”!
Konrad: (Extrañado.) ¿Eso es para mí?
Bartolotti: Sí, cariño.
Konrad: ¡Pero si yo soy un niño de siete años!
Bartolotti: No encontré una que dijera “papá”, por más que le pregunté a los empleados de la Juguetería. Te lo juro, mi amor.
Konrad: (Sentencia.) Las muñecas son para las niñas. ¡No la quiero!
Bartolotti: (La carga.) ¡Pues qué lástima! Es tan bonita.
Konrad: Mmm…
Bartolotti: Bueno, hasta se puede peinar con un cepillito que trae… ni modos, ¡se la regalaré a Kitti!
Konrad: ¿A quién?
Bartolotti: A Kitti. La niña del piso de abajo.
Konrad: Bueno.
Bartolotti: Konrad.
Konrad: ¿Qué?
Bartolotti: Tengo que trabajar un poco en una alfombra de tiritas que estoy haciendo y así poder venderla y ganarme una lanita para criarte. A eso me dedico.
CUADRO VII
LA SEÑORA BARTOLOTTI HACE UNA ALFOMBRA DE COLORES.
Bartolotti: (MONÓLOGO. Meciéndose. Habla para sí. Murmura.) Hilos de color brillante. Noble violeta y verde veneno. Amarillo orine de caballo. Verde, naranja, azul, blanco... Mejor te pones a trabajar, criatura, porque ahora se duplican tus gastos. En lugar de un rollo de papel sanitario, ahora nos limpiamos dos. En lugar de… ¡Mejor me concentro y ya está!
LA SEÑORA BARTOLOTTI CANTA UNA CANCIÓN. KONRAD SE FIJA. TRATA DE IMITARLA Y NO PUEDE.
CUADRO VIII
LA CANCIÓN INFANTIL.
PASA EL TIEMPO. KONRAD SE PARA FRENTE A LA SEÑORA BARTOLOTTI. ELLA, DE TAN ABSTRAÍDA, CANTURREANDO, TARDA EN PERCATARSE. LO MIRA.
Konrad: Madre. Mare. Mamá.
Bartolotti: ¿Qué quieres ahora?
Konrad: ¿Me enseñas a cantar?
Bartolotti: (No oye bien.) ¿De qué, cariño? ¿Orinar?
Konrad: No. Cantar.
Bartolotti: ¿Y por qué?
Konrad: No tengo idea de qué es lo que cantan los niños de siete años. Para eso no me han programado. No está en el chip. O a lo mejor me prepararon y yo no puse demasiada atención.
Bartolotti: (Interesada y extrañada.) Dime. A ver. Siéntate en mis piernas. (Lo hace.) ¿Qué historia es esa del chip? ¿Cómo te han programado? ¿Cómo es eso? ¿Quién te ha programado?
Konrad: (Calla.) Mmm…
Bartolotti: ¿Tuviste allí profesores? ¿O eran los operarios? Y, ¿estabas todo el tiempo tan arrugado? Perdóname, quiero decir… tan, tan…, tan seco como una pasa antes de la disolución nutritiva.
Konrad: (Calla.) Mmm…
Bartolotti: ¿No puedes hablar de todo eso?
Konrad: Sólo en caso de necesidad ultraurgente. ¿Es este un caso de necesidad, madre?
Bartolotti: No. ¡Claro que no es un caso de necesidad ultraurgente!
Konrad: Ah. ¿Me cantas?
Bartolotti: (Intenta recordar canciones de su infancia y juventud. Entona algunas muy ridículas.) (…) No, de esa solo me sé un cachito. A ver esta otra… (…) O esta. (…) No, no son canciones para niños. Están un poquito picantes. (Se pone cada vez más alegre. Vuelve a beber de la botella de vino tinto que dejó tirada tras el desayuno. Mira a Konrad, que se ha ido poniendo cada vez más pálido.) Estás pálido, cariño. ¿Te sientes mal?
Konrad: Ligeramente.
Bartolotti: Mira, con esta sí te vas a animar. Me la enseñaron las monjas:
¿Qué es aquello que reluce
En lo alto del castillo?
¡Es el culo de Mahoma
Que le están sacando brillo!
(Se aplaude a sí misma. Mira a Konrad, que se desmaya y cae.)
Bartolotti: (Asustada corre hacia él. Lo incorpora un poco.) ¡Cariño, cariño mío! ¿Qué te ha pasado? ¡Háblame, dime algo! (Llorosa. Lo palpa y parece muerto. Se siente desolada.) ¡Ay, dios mío, ¿y ahora qué hago?! A lo mejor le falló la maquinaria o el disco duro… (Busca el manual de la lata.) ¡Aquí no dice nada! (Le da masaje de pecho, cada vez más desesperada. Luego respiración boca a boca.) Konrad, cariño… (Se le ocurre algo: le hace cosquillas en los huevitos. Konrad da un respingo y ríe.)
Konrad: ¡Ay!
Bartolotti: No vuelvas a hacerme eso.
Konrad: (Luego, de la risilla comienza a llorar y gime como un animalillo asustado, chilliditos breves.) Lloro porque no sé qué es lo que debo hacer. Los niños deben escuchar con atención cuando las madres hablan o cantan. (Gime.) Pero deben dejar de escuchar cuando se dice o se canta algo indecoroso.
Bartolotti: ¿Es que he cantado yo algo indecoroso?
Konrad: (Gime.) Sí.
Bartolotti: Bueno, cariño, prometo no decir o no cantar algo que te parezca indecoroso, pero no vuelvas a pegarme otro susto de esos. (Konrad deja de llorar. Suena el timbre de la puerta.)
9.- EFECTO: SONIDO DE TIMBRE.
Konrad: Alguien llama.
Bartolotti: Ya lo he oído. (Transición.) ¡Vaya, si es Egon! ¡Casi lo había olvidado! Mi Alzheimer… No, criatura, prohibido hablar de Alzheimer en esta casa. (Se golpea con la mecedora en el impulso.) ¡Chín! (Mira súbitamente a Konrad.) No dije nada, no dije nada.
CUADRO IX
APARECE EGON. TRAJE ELEGANTE. CORBATA Y EN LA MANO UN RAMILLETE DE FLORES.
Bartolotti: ¡Egon, Egoncito!
Egon: Berti Bartolotti, dichosos los ojos que te ven.
Bartolotti: Igual digo, igual digo. (Acercan su cara como para besarse, pero les da pena y se dan la mano. Torpes.)
Konrad: (Tose, carraspea lejos, pero sólo para sí. Sólo Bartolotti lo nota, pero trata de que Egon no vea a Konrad. El niño sigue parado en medio de la sala y mirando la escena.)
Egon: (Dichoso.) ¡Traigo dos estupendas entradas para la ópera! ¡El Barbero de Sevilla! (Canta un fragmento junto a ella.) ¡En una puesta nada experimental! Por suerte. (Ríen.)
Egon: ¡Un montaje estupendo! (Egon irrumpe, entrando y mira a Konrad, que sigue erguido, muy decente, con los pies juntos, punteras separadas, brazos detrás. Egon se sorprende. Lo señala.)
Bartolotti: ¡Y yo tengo un estupendo niño!
Konrad: Ese soy yo.
Egon: (Aturdido aún.) Segunda fila principal, centro. (Lo mira bien.) ¡¿Cómo…, qué?!
Konrad: (Se le acerca con una reverencia.) Buenas tardes, señor.
Bartolotti: (Se mete entre ambos. Suelta todo en una retahíla como aprendida de memoria.) Es mi hijo-tiene siete años-no le gusta el helado de desayuno-ni las muñecas-se llama Konrad.
Egon: (Mudo y pálido.) Ah. Eh. Ih. Oh. Uuuuh.
Bartolotti: (A Konrad, empujándolo.) Konrad, cariño, creo que ahora hay un programa infantil en la televisión. Nickelodeon.
Konrad: Bien, madre. (Konrad se va hacia el otro cuarto.)
Bartolotti: Ah, cariño.
Konrad: (Se regresa.) ¿Sí, madre?
Bartolotti: Se me perdió el control remoto de la tele, Entonces tienes que… pegarle un madr… un golpecito en la caja.
Konrad: (Mutis.) Gracias, ya lo sé, nos han enseñado a manejar la televisión. Eso sí. (Konrad hace mutis. Egon continúa perplejo.)
CUADRO X
EGON Y LA SEÑORA BARTOLOTTI SE QUEDAN SOLOS.
Bartolotti: Ven, Egon. Toma. (Le da un cigarro y otro para ella. Los prenden.) Ya no dejan fumar ni en los fumaderos de opio.
Egon: Berti Bartolotti.
Bartolotti: Ya sé, ya sé lo que me vas a decir.
Egon: ¿Qué?
Bartolotti: Nada. No me vas a decir nada, porque tengo que contártelo, pero prométeme que no vas a pensar que estoy loca o algo así.
Egon: Lo intentaré.
Bartolotti: ¿Quieres un cafecito? (Busca la cafetera que dejó abandonada.) Está frío, pero de todos modos sabe a café. Lo hice antes de ayer, así que debe estar más concentrado. (Se sirven. Beben.)
Egon: Berti Bartolotti.
Bartolotti: (Cuenta todo vertiginosamente: Egon escucha con grandes ademanes la narración de la señora Bartolotti deformada por la velocidad. Todo rápido, mientras ella manotea en el aire. Luz flash estroboscópica sobre ellos.)
Egon: (Al final.) No me lo creo.
Bartolotti: Lo juro por lo más sagrado. (Le muestra.) ¡Mira la partida de nacimiento!
Konrad: (Interrumpe, aterrorizado y lloroso.) Madre.
Bartolotti: ¿Sí, hijito?
Konrad: ¡¡¿Por qué el niño de las caricaturas mató a palos al cocodrilo de plástico y la niña se echó a reír y entonces ella sacó una ametralladora y terminó acribillando a la familia del cocodrilo que venía a vengarse del niño?!!
Bartolotti: Porque los de la televisora no tienen imaginación, cariño…, y creen que están haciendo los programas para nosotros los adultos.
Konrad: (Se recompone.) Gracias, madre. (Sale otra vez.)
Egon: Incómodo, sumamente incómodo.
Bartolotti: ¿Qué?
Egon: Devuélvelo.
Bartolotti: (Rogando.) Vamos, Egoncito.
Egon: De-vuél-ve-lo.
10.- MÚSICA ANIME. SE VA CUANDO VUELVEN AL CENTRO DE LA SALA.
Bartolotti: (Se incorpora y lo jala de la mano.) Ven. (Hace que se asome al cuarto de estar. Se oye el sonido de las caricaturas. Una canción. Ella señala hacia dentro. Descorre la cortina y se ve a Konrad agachado en el piso, entre cojines, mirando el resplandor azul. Tiene los ojos tan abiertos como la boca. Tiene el dedo índice de la mano derecha en la punta de la nariz. La gorra puesta de lado. Tierno y necesitado de afecto. Se puede ver la caricatura sangrienta en una proyección. Ella susurra.) Míralo, Egon, míralo.
Egon: (Se aleja hacia la puerta de entrada. Medita. La señora Bartolotti va tras él. Ansiosa.) Pues…
Bartolotti: (Ansiosa.) ¿Y bien?
Egon: No.
Bartolotti: ¿No qué?
Egon: No lo podemos devolver. (Con ternura.) ¡Es tan pequeño!
Bartolotti: (Sonríe.) ¡Claro que no lo devolveremos! ¡Pero por supuesto que no! (Ambos ríen. Se quedan callados mirándose unos instantes larguísimos.)
Konrad: (Reaparece lloroso.) Pobres cocodrilos, pobrecitos. ¿Saben? Antes de que el cocodrilo estirara la pata, le dio tiempo a despedirse de su abuela cocodrila. Ella después se murió de un infarto porque el río estaba contaminado.
Egon: ¡Qué interesante!
Konrad: Oh, no, no es interesante. Es lamentable. (Se va hacia Egon y posa su cabecita sobre su hombro.)
Bartolotti: (Afirma mirando a Egon.) Lamentable.
Egon: Lamentablemente lamentable.
Konrad: Hay que tener compasión por los animales. El cocodrilo sólo quería dormir.
Bartolotti: Pero…
Egon: (Interrumpe.) ¡Nada de peros, Berti! ¡Nada de pero en absoluto! ¡El chico tiene razón! Y, para su edad, este chico es de una inteligencia poco común.
Konrad: Gracias, señor Egon. (Transición.) Por favor, ¿es hora ya de irse a la cama?
Bartolotti: ¿Ya tienes sueño, pequeñín?
Konrad: La mayoría de los niños, a la hora de irse a dormir, todavía no tienen sueño.
Bartolotti: Sí, cuando yo era una niña berreaba de lo lindo cuando me querían mandar a la cama. Y después, acostada, berreaba otro poquito. ¡Hacía unos berrinches!
Egon: Y todavía sigues berreando.
Bartolotti: (Seria.) Egoncito. No te pases.
Egon: Berti Bartolotti, si el niño no quiere.
Bartolotti: Quédate todo el tiempo que quieras. Tú mismo notarás cuando quieras irte a la cama, porque la cabeza se cae así… (Imita que pesca. Ninguno se ríe. Transición.) ¡No te he comprado cama! El asunto está claro. Te irás a dormir cuando nos traigan una cama.
Konrad: ¡De acuerdo!
Egon: (Para sí.) O sea, jamás.
LOS TRES SE ABRAZAN POR UN INSTANTE DE IMPULSO. LUEGO, SE AVERGÜENZAN TANTITO. SE SEPARAN, AVERGONZADOS.
11.- MÚSICA ACORDEÓN.
CUADRO XI
UNA FAMILIA CASI FELIZ. KONRAD JUEGA EN EL PISO DELANTE DE LA MESA. ELLOS DOS SENTADOS, BEBEN.
Bartolotti: Konrad, ¿te apetece, quizá, un bombón de chocolate?
Konrad: Comer golosinas por la noche, antes de acostarse si traen mi cama, puede hacer daño.
Bartolotti: (Le planta un bombón frente a su cara.) Tiene un sutil relleno de frambuesa. Plic. (No se lo traga: cierra aún más la boca.)
Egon: (Tenebroso.) Yo se los obsequié el Día de los Enamorados. Después que salimos de ver la película Sangriento San Valentín. Un minero con un pico: se lo clava a las víctimas y les saca el corazón…. Humeante. Chorros de sangre.
Bartolotti: Konrad, cariño… Abre la boca. (Finalmente, como permanece igual, ella se la abre y se lo introduce rápidamente.)
Konrad: (Tragando.) Mmm…
Egon: Bertita, no lo has comprendido. Este niño es más sensato que tú. Se da cuenta de lo mala que es el azúcar para los dientes.
Bartolotti: (Susurra.) Pamplinas. (A Konrad.) ¿Está rico, cariño?
Konrad: (Triste. Camina a proscenio.) Gracias. Estaba muy bueno, pero me oprime.
Bartolotti: (Riendo.) Vamos, Konrad, un bombón no puede oprimirte el estómago. Para eso tendrías que haberte comido toda una caja.
Konrad: No, si no es el estómago, lo que me oprime es la conciencia.
Egon: (Satisfecho.) ¿Ya lo ves? ¡Si este chiquillo hasta parece hijo mío!
Bartolotti: No entiendo.
Konrad: Comer bombones antes de acostarse es algo prohibido. Así me lo inculcaron. “Aprender a aprender a reprimirse”, nos decían.
Bartolotti: A ver, a ver, ¿nos cuentas eso?
Egon: Suena un poco… (La señora Bartolotti le abre los ojos y unas leves muecas, Egon no termina su frase, se la traga.) Un poco suena.
Konrad: (Ejecuta una especie de danza mecánica con una breve música.) Se llamaba clase de sentimiento de culpabilidad, y los niños-instantáneos que no la dominaban a la perfección no podían salir de la fábrica de Tecnología. (Se queda mudo y pálido. Se cubre la boca, como a punto de vomitar.)
Bartolotti: (Alarmada.) ¡¿Qué te pasa, cariñito?!
Konrad: No puedo hablar de la fábrica a menos que sea en casos ultra necesarios.
Bartolotti: Aterrador.
Egon: (Sonriente.) ¡Es el muchachito más estupendo que he visto nunca! Si todos los chicos fueran así, ya hace tiempo que yo tendría uno. ¡¿Qué digo uno?! ¡Tendría siete, diez, una docena!
Konrad: Gracias, señor Egon.
Egon: ¿Lo ves? (Transición.) ¡Un chico de siete años tan bien educado, tan formal, es un consuelo!
Bartolotti: (La señora le propina un mega zape.) Egoncito: ¡eres un cretino!
Konrad: No se dicen palabras cochinas o inconvenientes, madre.
Bartolotti: (Rabiosa.) Hay casos que las ameritan.
CUADRO XII
DISCUSIÓN FAMILIAR.
Konrad: (Insiste.) ¿Es hora de irse a la cama?
Bartolotti: Dormirás aquí. Mira qué nidito tan rico. Como pajarito… como palomito, palomo, palomo.
ENTRE AMBOS PREPARAN UN NIDO DE COJINES, EDREDONES Y ALMOHADAS A KONRAD EN PLENO RINCÓN. EN LA DISCUSIÓN SE GOLPEAN LOS COJINES. KONRAD PERMANECE AHÍ. SE CUBRE CON SÁBAN, DEJANDO FUERA LOS OJOS SOLAMENTE.
Egon: Un niño como este es poco frecuente. Y necesita una protección mayor que la que tú pudieras darle, Betti.
Bartolotti: (A Egon.) ¡No me digas! ¡¿Ahora me vas a dar lecciones a mí de cómo educar a un muchachito?!
Egon: ¡Pues sí, porque no lo comprendes! ¡El niño lo que necesita es una figura paterna!
Konrad: ¿Que necesito una qué?
Egon: Figura paterna. (Explica carraspeando.) Algo como un verdadero padre que se ocupe de enseñarle a jugar fútbol, ¡porque todos los niños de su edad, les guste o no les guste, tienen que aprender a patear un balón durante varias horas bajo el sol! ¡Sin pensar en nada más! ¡Embadurnados de filtro solar con factor de protección 60, desde la punta de la nariz, hasta la punta de los pies!
Bartolotti: (Furiosa.) ¡¿Ah, sí?! Pues qué interesante. (Transición.) Dime, ¿qué hablabas antes de un padre?
Egon: Necesita urgentemente uno.
Bartolotti: ¡Ya lo tiene!
Egon: ¡No tiene! (Señala.) ¡¿O me vas a salir con que esa lata en la que llegó, es su padre?!
Konrad: Mmm… (Observa todo calladito.)
Bartolotti: ¡No! Lo dice en su partida de bautismo: Konrad Augusto Bartolotti. ¡Mi ex! ¡Es su verdadero y auténtico padre! Father!
Egon: ¡Si ese es su padre deberá volver y ocuparse de la formación de este niño encantador! Porque ese es su deber.
Bartolotti: (Furiosa, chilla.) ¡Ahhh! ¡Yo no necesito nada de Konrad Augusto! ¡Nada! ¡Ja! ¡Mira cómo me río! ¡Ja! (Transición.) ¡Hasta el día de hoy me las he arreglado yo sola! (Orgullosa.) ¡Yo con mis alfombras: que para eso tomé un Taller de Manualidades en la Casa de la Cultura del Municipio! (Transición.) ¡Hace muchísimo tiempo, óyelo bien, muchísimo…, -tanto que ya ni me acuerdo-, que le dije a Konrad August que se fuera al quinto infierno…, y al parecer me hizo caso…, porque hasta ahora no ha vuelto!
Konrad: (Suelta una risilla nerviosa.) Mmm… ¿Puedo dormirme en mi nidito?
Bartolotti: Sí. (Konrad se acuesta y se cubre con almohadas para no escuchar la discusión familiar.)
Egon: ¿En qué nos quedamos? ¡Ah, sí! Entonces, Berti Bartolotti, alguien responsable, maduro y de confianza tiene que hacerse cargo del puesto de “padre” y el más indicado soy yo.
Bartolotti: Mira, Egon… la liberación de la mujer comenzó hace…
Konrad: (Interrumpe bostezando.) Por favor, ¿me puedo lavar? ¿Tengo cepillo de dientes Oral B, recomendado por los dentistas?
Bartolotti: A esa gente no se les va una: ¡hasta las marcas conoce!
Egon: (Sonríe.) Mañana te compro uno en forma de cochecito de carreras, Konrad.
Bartolotti: No tengo cepillo nuevo, corazoncito, pero puedes lavarte los dientes con el mío.
Konrad: Mmm…
Egon: ¡Eso es poco higiénico, Berti!
Bartolotti: ¡Espera, Konrad! ¡Debo sacar del lavabo toda la ropa sucia amontonada! Así podrás lavar tu carita.
Egon: La familia Kellogs está de luto.
Konrad: ¿Qué?
Bartolotti: ¿Por qué?
Egon: Porque Chocó-Krispis y se pegó en Zu-Carita. (Ríe: lo miran sin entender su chiste.)
Bartolotti: (Saliendo.) No le hagas caso, Konrad, ¡delira, delira! (Hablando sola.) Mejor te limpio el baño: le doy una pasadita. No entres todavía, Konrad.
CUADRO XIII
EGON Y KONRAD QUEDAN SOLOS.
Egon: Y bien, Konrad…
Konrad: Y bien, señor Egon.
Egon: Necesitas un padre. En esta vida sin un padre no eres nadie, nadie, nadie.
Konrad: Estoy de acuerdo. ¿Me defenderás de los chicos malos de la colonia?
Egon: ¡Claro!
Konrad: ¿Me llevarás al Zoológico los omingos y me comprarás algodón de azúcar?
Egon: ¡Claro!
Konrad: ¿Y me darás la mesada de cada fin de semana?
Egon: (Dudando.) ¡Claro!
Konrad: Entonces puedes ser mi papá.
Bartolotti: (Entrando radiante.) ¡Uf, encontré unos lentes que había perdido hace cinco años! (Se los pone.)
Egon: ¡Jesús, Berti!
Konrad: Ya somos una familia según el DIF, la UNESCO y la UNICEF.
Bartolotti: ¿Y eso? ¿Me perdí algo?
Egon: Ahora yo soy su padre.
Konrad: ¡Y yo soy su hijo! (Abrazan a Berti y suspiran.)
Bartolotti: Bueno, tendré que estar de acuerdo yo también.
12.- MÚSICA FAMILIAR. SE MANTIENE HASTA EL BRINDIS.
KONRAD CORRE A LAVARSE Y EGON Y BERTI SE MIRAN. VAN HACIA LA MESA. SE SIRVEN UNOS TRAGOS.
CUADRO XIV
Bartolotti: Yo bebéré lo de siempre: vino tinto.
Egon: ¡Pues yo… vino tinto también! (Brindan.)
(SE VA LA MÚSICA.)
Konrad: (Entrando.)Ya me lavé y voy a dormir como un angelito.
Bartolotti: (Lo besa.) ¡Eres un buen niño! ¡Buenas noches, Konrad!
Egon: Buenas noches, hijo mío.
Konrad: Buenas noches. Con permiso, padre, madre. (Se va a su nido.)
QUEDAN SOLOS.
Bartolotti: Ahora que nadie nos oye… Egon, quiero ser sincera contigo. No me parece que seas el padre de mi Konrad. Primero porque no creo que un chico de siete años tenga necesidad de un padre. (Lo amenaza con el control de la tele.)
Egon: Hum, ¿y segundo? Porque para ti las segundas partes nunca fueron buenas.
Bartolotti: En segunda, porque eres muy aburrido, Egoncito. ¡Y hasta medio tonto, para seguir siendo sincera! Tú vales como amigo dos veces por semana para mí, pero no para padre.
Egon: (Un poco molesto.) Bueno, te lo demostraré. A propósito, Berti, mañana tienes que llevar a Konrad a la escuela, a inscribirlo.
Bartolotti: Mañana es domingo. (A punto de apretar el botón del control de la tele.)
Egon: Pues entonces el lunes.
Bartolotti: No quiero más discusiones delante del niño.
Egon: Mientras no me saques de mis casillas, Berti Bartolotti. (Transición.) Si ya estoy disfrutando el día en que mi Konrad llegue a casa con sus calificaciones de SOBRESALIENTE…
Bartolotti: Sssshhh… A mí no me importan las calificaciones de mi Konrad. Mientras sea feliz, qué importa un número. (Grita y se calla.) ¡Me importan un pepino! Ssshhh…
Egon: ¿En qué estas pensando?
Bartolotti: En la película policíaca de la tele que me estoy perdiendo ahora.
Egon: Deja esa tontería, Berti, que tengo que hacerte unas observaciones muy importantes.
Bartolotti: ¿De qué se trata?
Egon: Tienes que cambiar radicalmente. (Ella maneja el control de la tele para apagar y encender a Egon.)
Bartolotti: Huy.
Egon: Y ser más ordenada, maternal y más formal.
Bartolotti: Huy.
Egon: Tienes que ser seria y no andar más por ahí vestida de ese modo tan… tan extravagante.
Bartolotti: Huy.
Egon: Tienes, de ahora en adelante, que hacer la limpieza y preparar comida (sana) con regularidad.
Bartolotti: Huy, uyuyui.
Egon: Y tienes que cuidarte de decir solo las cosas que sean buenas y útiles para un muchacho de siete años.
Bartolotti: Huy.
Egon: Y tienes que… (Le habla al oído. Ella se molesta.)
Bartolotti: (Parándolo y empujándole.) Bueno, Egoncito, es hora de que te vayas a tu depa a descansar. Tomaré en cuenta tus “tienes que esto, tienes que lo otro…”
Egon: ¡Perfecto!
Bartolotti: (Lo despide.) Mañana será otro día.
Egon: Hasta mañana.
Bartolotti: (Se va a su cuarto murmurando.) Tienes que… tienes que… Huuyyyy…
MÚSICA. OSCURO.
13.- MÚSICA TRANSICIÓN. Y OSCURO.
CUADRO XV
EL DESAYUNO.
AMANECER. LA SEÑORA BARTOLOTTI SALE EN BATA DE CASA POR ENCIMA DEL VESTIDO. BOSTEZA. BUSCA A KONRAD ENTRE LAS MANTAS Y COJINES Y NO LO HALLA. SE ASUSTA.
Bartolotti: ¡Konrad, Konrad! ¿Habrá sido un sueño? Debo estarme volviendo loca.
Konrad: ¡Mira lo que he armado, madre! (Muestra una armazón de cubos de colores.) Estas son las unidades: estas son las decenas, estas son las centenas…
Bartolotti: Konrad, amor mío, ¿qué haces, caramelito?
Konrad: Mmm… Hago ejercicios de aritmética aplicada a procesos ciber-complejos. Mañana iré a la escuela y debo estar preparado como es debido. (Mutis.)
Bartolotti: (Sola, murmura.) Como es debido, como es debido… ¡No soporto esas palabras! Son tan desagradables como serio, metódico, conductista, formal. ¡Demonios, qué asco! Tendré que anotarlas en mi lista de palabras insoportables. (Saca una extensa lista del bolsillo y anota, chupando la punta del trozo de lápiz.) “razonable, cotidiano, propósito, objetivos secundarios, instructivo, costumbre, TDA, bipolar, ama de casa, apropiado…” (Prepara el desayuno.) ¡Konrad, ven a desayunar, criaturita!
Konrad: ¿Qué has preparado, madre?
Bartolotti: Cosas ricas, cosas ricas.
Konrad: (Come.) ¿Qué es?
Bartolotti: Egon estaría orgulloso de mí. Tu licuado iba a ser de papaya con leche, pero como no hay, te hice un batido de gimnasio. ¡Sabor maple!
Konrad: Mmm… (Bebe.) Estoy llenísimo, madre.
Bartolotti: Entonces déjalo y te lo sirvo otra vez en el desayuno de mañana.
Konrad: Oh, no, perdona, pero hay que desayunarse todo lo que quede, aunque uno no tenga hambre. (Ella recoge todo y lo guarda: Konrad siente alivio.) Muchas gracias, madre. ¿Podría pedirte un favor?
Bartolotti: Dime, cariño.
Konrad: ¿Podrías conseguir prestados unos libros de enseñanza primaria?
Bartolotti: ¿No vamos al parque de diversiones o a… o a la plaza?
Konrad: Es domingo y debo estudiar.
Bartolotti: (Asombrada.) En ese caso llamaré a Kitty, que vive en los bajos. ¡Te va a caer bien!
Konrad: ¿Kitty?
Bartolotti: Es la hija de la señora Rusika. Y del seño Rusika. Pero ellos no me hablan, porque consideran que soy “rara”. He oído decir que me maquillo como mona de circo y que mis vestidos son… “estrafalarios.” Y porque… pues porque les parece extraño que yo suba las escaleras hablando sola. (Sonríe.) Llamaré por teléfono. (Marca.) Aló, bueno, ¿la señora Rusika? (Tapa el auricular.) Mmmm… ¿Qué le digo? ¡Una buena mentira! No puedo decirle la verdad. (Habla.) Soy su vecina de los altos. La señora Berti Bartolotti. Es que debo tejer una alfombra y debo copiar un bonito dibujo del libro de primaria. (Konrad cerca de ella, juzga con la mirada.) Bueno, no, no es eso… es que mi sobrino… ¿Está Kitty? Perdone, pero mi hijo tiene que empezar mañana la escuela y le gustaría repasar. Como Kitty está en segundo grado también. ¿Me puede mandar a Kitty con sus libros? (Tapa auricular. A Konrad.) ¡Qué chismosos son! Estoy sudando la gota gorda. (Habla.) ¡Gracias! ¡Dígale que la espero! (Corta la llamada.) ¡Qué gente!
Konrad: ¿Va a venir Kitty? ¿Me los va a prestar?
14.- EFECTO: SONIDO DE TIMBRE.
SUENA EL TIMBRE. AMBOS CORREN A ABRIR.
CUADRO XVI
KONRAD CONOCE A KITTY.
Kitty: (Trae los libros.) Hola.
Bartolotti: ¡Kitty, niña, volaste por esas escaleras!
Kitty: Aquí están los libros de segundo.
Bartolotti: ¡Gracias! Pasa. (Va a cerrar.) Cierro.
Kitty: ¡Cuidado, viene también mi mamá!
Señora Rusika: Buenas.
Kitty: ¿Tiene usted un hijo, señora Bartolotti?
Sra. Rusika: ¡Chsss, niña! Esas cosas no se preguntan.
Kitty: Pero, mamá, si tú misma me dijiste que… (La señora Rusika le tapa la boca y le jala la trenza.)
Bartolotti: Déjela, señora Rusika. Es una cosa muy normal que una señora tenga un hijo.
Kitty: ¿Pero así? ¡De la noche a la mañana!
Sra. Rusika: ¡Niña!
Bartolotti: (Ríe.) Déjela, así son los niños de hoy. ¡Konrad, mi periquito de Australia, ven a conocer a nuestras vecinas de los bajos!
Konrad: Hola. (Toma los libros y los hojea.)
Bartolotti: Mi hijo es un poco tímido como su padre.
Kitty: ¿Y quién es su padre?
Sra. Rusika: ¡Niña!
Bartolotti: ¡El señor Egon!
Sra. Rusika y Kitty: (A la vez.) ¡¿El vecino?!
Bartolotti: ¡El mismo!
Kitty: Lo subiré a mi “Face.”
Bartolotti: Y Konrad debe empezar a ir a la escuela, porque ya tiene siete años. ¡Ya es hora de madurar! ¿Verdad, mi caramelito?
Kitty: ¡¿Con siete años y nunca ha ido a la escuela?!
Sra. Rusika: ¡Niña!
Bartolotti: Así es.
Kitty: ¡¿Y no tiene amigos?!
Sra. Rusika: ¡Ni…!
Bartolotti: Tú.
Konrad: (Grita. Señala los libros.) ¡Eso! ¡Eso está… mal!
Bartolotti: ¿Qué viste, mi amor?
Kitty: Espero no se haya colado entre mis libros una de esas revistas que compra papá.
Sra. Rusika: ¡Niña!
Konrad: ¡Eso!
Bartolotti: ¿Qué viste?
Konrad: ¡Esa niña ha garabateado dibujos, florecillas, emails… por todos los bordes del libro de texto! ¡Eso no se hace! ¡Y todas las “O” mayúsculas están rellenas de colores… con plumones… permanentes! (Transición, dulce.) ¿Pueden hacer eso los niños, mamá?
Bartolotti: Bueno, en mi época no se podía, pero la escuela tiene que haber cambiado un poquito, Konrad. (Susurra.) Cuando voy a la Estética, le pinto bigotes a las modelos de las revistas.
Kitty: (Grita y todos se espantan. Descubre la muñeca.) ¡¡¡Qué muñeca tan preciosa!!!
Bartolotti: (Señala.) Es de Konrad.
Sra. Rusika: ¡¡¿Del niño?!!
Kitty: ¡Mamá!
Bartolotti: Pero no le gusta porque dice “mamá”, así que te la regalo, Kitty.
Kitty: ¡¿De veras?! ¡Es preciosísima! (Improvisa.)
Sra. Rusika: ¡No! ¡Ni se te ocurra! (Explica.) No se deben aceptar regalos “caros.”
Kitty: (Suplica.) Por favor, mamá. (Bartolotti duda si dársela y la mantiene colgada en el aire. Kitty improvisa llanto y súplicas.)
Sra. Rusika: No puede ser. No está bien. Yo no puedo aceptarlo. De veras que no, esto no puede ser.
Bartolotti: (Fuera de sí.) Usted no tiene que aceptar nada, señora Rusika, es su hija. ¡Y ella sí quiere!
Kitty: ¡La quiero! ¡Quiero esta muñeca! (La abraza fuerte y plantada.)
Sra. Rusika: En ese caso… en ese caso… (Kitty se la arrebata.) Kitty, expresa tu agradecimiento.
Kitty: Muchas gracias.
Sra. Rusika: Humm… Pero de verdad que no era necesario. (Transición.) Con permiso, debo irme. Kitty, no tardes. (Transición.) Mucho gusto, Konrad.
Konrad: (Le da la mano.) Me agradan las señoras serias como Usted, señora Rusika, da la impresión de que no son felices, pero que quieren serlo. Ojalá mi madre aprenda un poco de Usted.
Kitty: (Riendo.) ¡Habla como un chico cibernético!
Sra. Rusika: ¡Niña! (A Konrad.) El gusto es mío, jovencito. Con permiso, vecina. (Sale.)
Bartolotti: Bueno, Kitty, cambia esa cara, ya puedes relajarte. Tu mamá se fue. ¡Conózcanse y sean amigos! (Transición.) ¡Siempre es mejor en persona que por chat! (Ríe.) Yo tengo que hacer una alfombra: me gasté todo el dinero en ropa para Konrad. (Transición.) ¡Vamos, conózcanse, no sean tímidos! (Susurra.) Yo conocí a mi primer esposo en un convivio de la Secundaria. (Ríe.)
15.- MÚSICA DE AMOR. QUEDAN SOLOS.
Kitty: (A Konrad.) Hola.
Konrad: Hola.
Kitty: ¿Cómo te llamas?
Konrad: Konrad.
Kitty: Yo soy Kitty.
Konrad: Los dos empezamos con “K.”
Kitty: ¡Como “kerosene”!
Konrad: ¡Como “kilo”!
Bartolotti: (Saca la cabeza.) ¡Como “karaoke”! (Mutis.)
Kitty: ¡Como “kacatúa”!
Konrad: No, cacatúa no empieza con “k”.
Kitty: ¿No es con “q”? (Ambos ríen. Konrad se queda con risa mecánica, clavado y ella se espanta, alejándose de la mesa.)
Kitty: (Confundida.) Parece que sabes mucho: ¿eres un nerd o eres un robot?
Konrad: ¿Qué cosa es “nerd”? ¡Suena feo!
Kitty: (Le da la muñeca. Camina.) ¿Sabes? Ayer le pedí a mi mamá que me comprara un traje color de rosa, el de las princesas que están vendiendo en las rebajas del fin de semana. ¡Está precioso! ¡Tiene lazos y moñitos por todo esto! ¡Y aquí unas lentejuelas que le dan un toque precioso, precioso! ¡Toda mi cama es color de rosa! ¡Y los tennis que me compraron en oferta son rosa mexicano! ¡Preciosos, preciosos!
Konrad: ¿Me permites seguir estudiando en tus “preciosos” libros? (Abre los libros. Kitty se sienta, más calmada.) He hecho descubrimientos, Kitty.
Kitty: Wuau, ¿qué descubriste, Konrad? Si se puede saber.
Konrad: Mira… no sé qué es una ceiba… qué es “desarrollo sustentable de una comunidad”…No sé qué es un Niño-Dios… ¿Y ese edificio extraño con piedras rotas?
Kitty: Es una iglesia. (Transición.) ¿De dónde vienes que no sabes lo que es una iglesia?
Konrad: Lejos.
Kitty: ¿Lejos?
Konrad: (Asiente.) Lejos.
16.- EFECTO: SONIDO DE TIMBRE.
SUENA EL TIMBRE DE LA PUERTA. ACABA LA MÚSICA. KONRAD VE PASAR A SU MADRE QUE CORRE A ABRIR.
Kitty: Debe ser mi mamá… No le gusta que yo esté aquí.
CUADRO XVII
REGRESA EGON. KITTY Y KONRAD SE OCULTAN PARA OBSERVAR LA ESCENA. BARTOLOTTI LLEVA UNA ALFOMBRA A MEDIO HACER Y MIENTRAS HABLA TIRA DE LOS HILOS Y CINTAS, DESARMÁNDOLA.
Bartolotti: ¿Tú? ¿Qué haces tú aquí, Egon?
Egon: ¿Cómo? Espero no estorbar.
Bartolotti: Claro que no estorbas, pero sábado fue ayer y lunes es mañana.
Egon: Eso no importa, ahora soy el padre.
Bartolotti: Ah, sí, sí, es por eso. (Tose ligeramente.) Por favor, ¿con qué frecuencia tiene que venir un padre?
Egon: Siempre que pueda.
Bartolotti: (Molesta.) Pero tú puedes con demasiada frecuencia.
Egon: ¡Naturalmente!, ¡estaremos juntos todos los minutos libres! Claro está que solo cuando Konrad no esté durmiendo… Mientras duerme no necesita en absoluto a un padre.
Bartolotti: Ya veo.
Egon: Y estuve pensando que si es un niño excepcional… ¡no debe ir a segundo de primaria, sino a sexto!
Bartolotti: ¡Un niño de siete años no puede ir a sexto! Imagínatelo en secundaria con ocho añitos nada más. ¡Se lo comen vivo!
Egon: (Egon jala a Konrad de la mano.) ¡Si es tan inteligente y precoz como mi Konrad, sí puede! (Kitty se oculta espantada tras la mesa.)
Bartolotti: (Lo jala.) ¡¿Tu Konrad?! ¡¿Cómo que tu Konrad?!
Egon: Perdona, quise decir nuestro Konrad. (Lo jala.)
Bartolotti: ¡Mi Konrad! (Lo jala.) Me parece a mí…
Egon: No vamos a reñir delante del niño, Bertita.
Bartolotti: ¡Del niño! (Transición. Konrad como mesa.) ¿El niño? ¡Sí, el niño! ¡Y la niña!
Egon: ¿La niña? ¡¿Te trajeron también una lata con una niña?!
Bartolotti: ¡Oh, no! (Señala.) ¡Es que Kitty está de visita! Y la has asustado…
Egon: ¿Yo?
Bartolotti: ¡No, tú no, Egon, el lechero que acaba de pasar! ¡Claro que tú, pedazo de animal!
KITTY SALE DE SU ESCONDITE.
Kitty: (Aterrorizada.) Yo… yo no me he asustado, señora Bartolotti.
Konrad: ¡Padre! (Lo abraza.) ¡Kitty me ha estado explicando temas que desconocía!
Kitty: No sabe qué es una ceiba ni una iglesia ni qué es un Niño-Dios.
Egon: (A Konrad.) ¡Pues saldremos a pasear para que conozcas una iglesia! (Explica.) Y un Niño-Dios es… es… pues como un niño así de pequeñito, que tiene alas y… ¡pues vuela! Y viene volando para traer regalos. Claro que no alcanzan para todos.
Bartolotti: ¡Egon! ¡No lo confundas con tus disparates! Mira, Konrad, ni hay Niño-Dios ni san Nicolás ni el Coco ni el conejo de Pascua.
Konrad: ¡¿Qué?!
Bartolotti: Son cosas que los padres y los abuelos le inventan a los niños.
Konrad: ¡¿Qué?!
Egon: ¡¿Qué?!
Bartolotti: Pues… creo que a las personas mayores les satisface enormemente embaucar a los niños, porque se creen muy inteligentes y expertos. ¡Ya la expertez no existe… ni las grandes verdades!
Konrad: Me lo temía: el mundo está cambiando.
Kitty: Por eso mi papá me sacó del Colegio de Monjas. Y yo feliz, porque ahí no te dejaban ni respirar.
Bartolotti: Lo que digo es la pura neta. Los mayores quieren continuamente engañarlos: siempre te están haciendo ver lo formidables que son… ¡Y los niños, a decir verdad, son medio mensos! (Los señala.) ¡Y más a la edad de ustedes!
Egon: Serénate.
Bartolotti: Sí, debo beber mi té de siete flores.
Konrad: Pero tengo otros conocimientos… Por ejemplo… sé crear una computadora. Nombre que proviene del latín “computare”, que significa “calcular”. O del latín “ordinator”, que indica “ordenar.” Es una colección de circuitos integrados, que origina secuencias o rutinas de instrucciones… y que requiere de “imput” o datos y comandos de entrada, que deben suministrarse. Para generar el “output” o procesamiento de datos de salida. (Habla rápido.) Los tipos de computadoras son muy variados actualmente, puedo mencionar:
• Computador analógico
• Computador híbrido
• Supercomputadora
• Computadora central, portátil o doméstica.
• Microcomputadora
• Multiseat
• Tablet PC y I-Pad 1 y 2.
• Subportátil
• PC Ultra Móvil
• PDA
• Smartphone
• Sistema embebido
Bartolotti: (Mareada.) Necesito mi té de siete flores.
Egon: (Afirma preocupado.) Mientras tanto me llevo a Konrad a dar un paseo.
Bartolotti: Está bien.
Kitty: ¡Voy con ellos!
Bartolotti: ¡Tienen que pasar a pedirle permiso a la señora Rusika!
Konrad: (Se coloca un sombrerito.) ¡Listo! (Duda.) ¿Me pongo el abriguito, madre?
Bartolotti: No, Konrad, es bueno que a los niños les pegue uno o dos buenos catarros, para que se llenen de anticuerpos.
Kitty: ¡Vamos!
Konrad: (Feliz.) ¡Vamos!
Egon: ¡Vamos! (Con intención.) Tu mamá necesita un poquito de soledad… ¡para pensar!
Bartolotti: (A Konrad, le da un beso.) ¡Pórtate bien, caramelo!
Konrad: No me agrada que me llames así, madre.
Bartolotti: Bueno, pichoncito. ¡Como sea! ¡Váyanse!
SALEN LOS TRES. BERTI BARTOLOTTI QUEDA SOLA, RESPIRA ALIVIADA.
Bartolotti: Criatura, tienes que poner tu cabeza en orden. (Prende un cigarro, pone música y baila un poco.)
17.- MUSICA. CANCION ANTICUADA.
CUADRO XVIII
Bartolotti: (Sola.) ¡Cuando regrese Konrad debo pensar en hacerle la comida! ¡Un buen filete con papas y chorros de aceite, grasa, papas fritas, cocacola! Hum…, pero no tengo un peso en mi bolsa. Criatura, como buena madre deberías tener para tu querido Konrad una comida sabrosa y nutritiva, como es debido. “¡Como es debido!” Nunca he dicho una frase así. (Transición.) Pero Egon quiere ser padre a toda costa. ¡Pues que le cueste! Un padre tiene que costear los gastos de su hijo. ¡Pues bien, criatura! (Toma un espejito y se observa.) Ay. No se puede estar más vieja y más fea. ¡Hasta flaca me he puesto sin ser ni anoréxica ni bulímica! Cuando lleve a Konrad al colegio van a pensar que no soy su madre, sino que soy su abuela. ¡O peor, su bisabuela! (Transición.) Criatura, ¡hubieras comprado aquellas cremas Nivea que estaban a tres por una! (Tr.) Ay, estoy tan nerviosa. No sé cómo explicar en la escuela por qué Konrad ya tiene siete años y aun no ha ido. ¡Sus papeles, los documentos de la lata! ¡Deben decirlo! (Busca, registra entre los papeles.) ¡Aquí está! Criatura, eres de una brillantez. (Lee.) “Certificado de Estudios Recibidos.” Este mundo necesita papeles, títulos, idioteces de esas. Aquí dice, dice… “El alumno Konrad Bartolotti… está capacitado… para pasar de grado… y tiene sobresaliente en gimnasia, sobresaliente en canto, sobresaliente en dibujo… sobresaliente en ciencias naturales… sobresaliente en lengua extranjera…” Órale. ¡Vaya niñito! Y debajo veo una firma que dice… “Humbert o Mombert…” Criatura, estás cada vez más pirada. Mejor bebes tu tecito de siete flores… echas dooos bolsitas, así que en vez de siete, van a ser catoooorce flores. ¡Necesitas una dosis para elefanta!
18.- EFECTO: SONIDO DE TIMBRE.
CUADRO XIX
REGRESA EGON CON KONRAD.
Egon: ¡Hemos llegado!
Bartolotti: ¡Ya me di cuenta!
Egon: ¿Has tomado tu té calmante?
Bartolotti. Sí, pero no me ha hecho efecto.
Konrad: ¿Madre, me das un beso?
Bartolotti: ¡Hola, cangurito!
Konrad: Madre, ¿no podrías decirme exclusivamente “Konrad, hijo mío”?
Bartolotti: ¡No! ¡Canguro está bien!
Egon: (Regañándola.) Berti.
Konrad: ¡Hemos dado un paseo fantástico y aprendí muchas cosas!
Bartolotti: Me imagino.
Egon: ¡Kitty fue con nosotros! Ya hicimos las paces, porque esa niña siempre me sacaba la lengua al subir las escaleras.
Bartolotti: ¡Bien merecido, Egon! ¡A veces eres “encajoso”!
Konrad: (Extiende las manos.) Madre, ¿me pones gel antibacterial?
Bartolotti: No es necesario, amor, las bacterias son buenas. Aumentan las defensas del organismo.
Egon: ¡Tú y tus leyes, Bartolotti! ¡Vas a hacer de mi hijo un inútil!
Bartolotti: Egon, ¿por qué no te largas de una buena vez a atender tu Farmacia?
Egon: ¡Los domingos no abre el negocio!
Bartolotti: ¡Entonces cállate! Yo educo a Konrad como me dé la gana.
Konrad: ¿Mañana empiezo la escuela? ¿Me educarán?
Bartolotti: Sí. ¡Y veré cómo pago tu colegiatura!
Egon: (Saca dinero.) ¡Aquí está todo! ¡Pasé por el cajero y saqué unos ahorros para nuestro hijito!
Bartolotti: ¡Vaya! ¡Al fin se te ocurre algo útil! (Lo toma.) Ahora, vete, Egoncito, porque Konrad y yo tenemos algunas cositas pendientes. (Lo saca.) Vamos, vamos, tienes que irte. Vete, vete. Ya me tienes mareada, mareada. (Le cierra la puerta en las narices.)
Egon: Pero…
19.- MÚSICA.
CUADRO XX
KONRAD Y BARTOLOTTI QUEDAN SOLOS. HACEN UNA ALFOMBRA DE RETAZOS.
MÚSICA.
Konrad: (Triste.) Me da pena el padre.
Bartolotti: “Padres hay muchos, madre hay solo una.” Ayúdame… (Trabajan sobre una alfombra de retazos.)
Konrad: Pensé que no te gustaba el modo de pensar de los demás, madre. Pero caes en su misma trampa.
Bartolotti: No hay ningún motivo para que te dé pena tu padre. ¡Es un viejo plasta!
Konrad: Es mi padre y lo quiero, porque en mi chip está prefijado.
Bartolotti: Bueno, Konrad, si esto te tranquiliza: yo también quiero a Egon… solo que a veces… me saca de quicio. ¡Eso es!
Konrad: (Bartolotti permanece en silencio. Konrad suelta indirectas y ella solo hace soniditos.) “Los padres deben llevarse bien entre sí…” (Silencio.) “…eso es mejor para los hijos…” (Silencio.) “Cuando los padres pelean… la mayoría de las veces es culpa de los dos…” (Silencio.) “Todas las personas son distintas…, hay que respetar el carácter de cada uno…” (Silencio.)
Bartolotti: Konrad, cariño… ¿Sabes por qué no opino?
Konrad: ¿Por?
Bartolotti: Porque si hablo me voy a enfurecer más con Egon… y voy a empezar a decir unas palabrotas que te van a provocar un infarto y a mí me va a dar un síncope.
Konrad: Ah.
Bartolotti: Pero prometo no gritarle cosas delante de ti.
Konrad: Ah.
Bartolotti: Y darle un buen par de pisotones cuando tú no estés mirando.
Konrad: Ok.
Bartolotti: ¡Y mañana: a la escuela!
OSCURO. SUBE MUSICA. SE VA EN FADE…
CUADRO XXI
REGRESAN DE LA ESCUELA. BARTOLOTTI DESDE LA PUERTA LLAMA A KONRAD PARA QUE SE APURE. KITTY VIENE MÁS ATRÁS.
Bartolotti: ¡Vamos, Konrad, sube rápido esas escaleras! ¡Apúrate, Kitty, que entran mosquitos a la casa!
Konrad: (Viene despeinado, sucia la cara, etc.) Ya está, es que vengo muy cansado, madre.
Bartolotti: Pasa, Kitty, deja tus libros allí. (Transición.) ¡Konrad! Ahora quiero que entre los dos me expliquen qué pasó en la escuela.
Kitty: Konrad se peleó con unos chicos.
Bartolotti: ¿Qué?
Konrad: Me gritaban “Bartolotti, tonti… Konrrodoti Bartolotti, tonti.”
Kitty: ¡Y uno lo empujó a la tierra y le dio patadas! ¡Se llama Florián!
Konrad: Me dio miedo, madre, pero Kitty me defendió.
Kitty: Yo les pegué unos buenos madrazos.
Bartolotti: (Feliz.) ¡Eso es, Kitty! ¿Y qué más?
Konrad: ¡Me gritaron que Kitty era mi novia!
Kitty: ¡Y yo volví a pegarles: les di un gancho por el estómago, les pateé el trasero y les grité que nos dejaran en paz!
Bartolotti: Si ese tal Florián vuelve a hacerte eso, Konrad, cariño, le arreas una buena tunda.
Konrad: ¿Qué significa “arreas”? (Duda.) ¿Y qué significa “tunda”?
Bartolotti: Pues… darle una buena bofetada… asústalo, ¡atízale una paliza para que vea las mil y una estrellas…!
Konrad: Eso tampoco me lo han enseñado. La mayoría de videoconsolas de sexta generación y sucesivos utilizan chips gráficos derivados de los más potentes aceleradores 3D de su momento. En mi generación incorporan chips de NVIDIA y ATI desde el primer iMac, y los modelos PowerPC con bus PCI o AGP pueden usar tarjetas gráficas de PC con BIOS no dependientes de CPU corporal.
Kitty: (Extrañada.) ¿Qué dijo?
Bartolotti: (Afirmando.) Defiende la Tecnología. (Transición. Alejándose.) ¡Pónganse a jugar mientras la mamá de Kitty viene por ella!
CUADRO XXII
KITTY Y KONRAD QUEDAN SOLOS. KITTY SACA DE SU MOCHILA UN JUEGO DE TÉ EN MINIATURA Y LA MUÑECA. ASÍ COMO UN ESTETOSCOPIO, ETC. JUEGAN.
20.- MÚSICA. SE REPITE TEMA DE AMOR.
Kitty: ¿Qué te preocupa, Konrad?
Konrad: Que Florián haya gritado que soy tu noviecito.
Kitty: Y así es.
Konrad: ¿Soy tu Nuevo noviecito?
Kitty: Si quieres.
Konrad: Yo sí.
Kitty: ¿De verdad?
Konrad: De verdad.
Kitty: ¡Mira cómo me erizo!
Konrad: ¿No me lo dices solo para “ahorrarme preocupaciones”? Cuando la gente mayor quiere justificar algo dice: “es para ahorrarte preocupaciones, es para ahorrarte preocupaciones…” (Ríen.)
Kitty: Es que yo te… te… te quiero. Y me caes bien con todo y preocupaciones. ¡Eres a todo dar!
Konrad: Dicen que Florián está enamorado de ti.
Kitty: No es verdad. Solo le gusta que yo le convide de mi pizza en la merienda. Por eso está tan gordo.
Konrad: Ah, ¿y son ricas las pizzas?
Kitty: ¡¿Nunca has probado una pizza?!
Konrad: No.
Kitty: Tú debes ser un marciano. (Ríen.)
Konrad: (Suurra.) Es muy agradable.
Kitty: ¿Qué? ¿Ser un marciano?
Konrad: No. ¡Conocerte! ¡Y que me caigas “a todo dar”! ¡Y que yo te caiga “a todo dar”! (Se dan besitos. La señora Bartolotti interrumpe y en lugar de asustarse o sorprenderse…)
Bartolotti: ¡Huy, se dan besitos! (Para sí.) Y si Egon llega a estar aquí, se infarta, criatura.
21.- EFECTO: SONIDO DE TIMBRE.
CUADRO XXIII
TOCAN A LA PUERTA. ES LA MAMÁ DE KITTY.
Sra. Rusika: Buenas, vecina Bartolotti. ¡Perdone, pero había mucho tráfico! ¡¿No le molestó mucho mi hija?!
Bartolotti: ¿Molestarme una niña? ¡Jamás!
Konrad: Su hija es mi novia.
Sra. Rusika: ¡¿Qué?! (Ríe y disimula.) Estos niños de hoy, no saben lo que dicen.
Bartolotti: Sí saben.
Kitty: ¡Es verdad, mamá!
Konrad: Y nos dimos un beso. ¡Mi mamá nos enseñó cómo se hace y es muy divertido!
Sra. Rusika: (Al borde del infarto.) ¡¿Qué?!
Kitty: ¡Y le pegamos unos madrazos a Fabián, porque quiere conmigo, pero yo por quien estoy perdida es por Konrad Bartolotti!
Bartolotti: (Soriendo.) Qué preciosos se ven juntitos.
Sra. Rusika: (Agarra por una oreja a su hija, que grita.) ¡Ah, no, Kitty Katerina! ¡Eso me lo explicas en la casa! ¡Vamos! (Transición.) Y con usted, señora vecina Bartolotti, mi marido y yo hablaremos después. ¡Sin los niños delante! (Salen.)
Bartolotti: (Cierra.) Esa señora tiene un tornillo bien zafado.
Konrad: Habrá que hacerle unos ajustes en su disco duro y en su memoria RAM.
Bartolotti: Algo más que eso, algo más que eso, caramelito.
Konrad: ¿Es malo amar, madre?
Bartolotti: Pues en este mundo hipócrita, sí.
22.- MUSICA.
CUADRO XXIV
KONRAD ESTUDIA. LA SEÑORA BARTOLOTTI SE PINTA LAS UÑAS DE SUS PIES.
Konrad: (Preocupado.) ¿Está bien que sea una niña de siete años la que proteja a un chico de siete?
Bartolotti: Eso no tiene importancia, Konrad, da lo mismo. Lo importante es que sea protegido el que lo necesite.
Konrad: Ah. (Tr.) ¿Qué significa: “¡No te hagas pato, carnal!”? Por ejemplo.
Bartolotti: ¡Jesús! Sí que enseñan rápido allá.
Konrad: Solo que están muy atrasados en Tecnologías de punta, madre. Yo podría impartir un Taller para los profesores.
Bartolotti: Dudo que te lo permitan, Konrad. ¡Los mayores creen que los niños no tienen nada que enseñar!
Konrad: ¿Y no crees que la gente pudiera reírse de que Kitty me defienda de esos chicos?
Bartolotti: Mira, cariño… Que te quede clara una cosa: “no hay que preocuparse de lo que dicen los demás.” ¡Que te resbale! Cuando tienes alguna necesidad, ¿cuentas con ellos? ¡Pues no! Pero para criticar: ¡ahí están, ahí están!
Konrad: No entiendo. Es difícil para mí.
Bartolotti: Si no te digo que sea fácil, amorcito. Mira, si piensas siempre en lo que dicen los demás y luego haces siempre lo que dicen los demás… acabarás siendo exactamente igual a ellos. ¡Y luego, no podrás soportarte ni a ti mismo!
Konrad: (Sonríe confundido.) Por lo menos quiero mucho a Kitty.
Bartolotti: ¡Ah! ¡¿De modos que de eso se trata toda tu confusión?! ¡Eso hay que celebrarlo! ¡Vamos a echarnos un trago!
Konrad: (Palidece.) ¡Pero, madre!
Bartolotti: Perdón. Quise decir que “tengo” que echarme un trago para celebrarlo. (Guiña el ojo.) Se me olvida que a los colegiales no les está permitido. (Empina la botella.) ¡A tu salud, hijo mío!
23.- EFECTO: SONIDO DE TIMBRE.
CUADRO XXV
SUENA EL TIMBRE.
Konrad: Llaman, madre, ¿deseas que vaya a abrir puerta?
Bartolotti: Ese debe ser Egon: deja que se le reseque el dedo de tanto apretar el botón.
Konrad: ¿Abro?
Bartolotti: Abre, pero dile que tengo dolor de cabeza. ¡Y que mis uñas se están secando!
Konrad: (Va a la puerta. Entra Kitty.) Hola, Kitty. ¿Tu madre te dejó regresar?
Kitty: No. Me escapé de su vigilancia. Se quedó muy hiper-preocupada. Piensa que me vas a “arrebatar” la “virginidad.”
Konrad: ¿Qué es la “virginidad”?
Kitty: Ni yo misma lo sé. Pero debe ser algo muy recontra-importante, porque papá y mamá hablan de ello en voz baja.
Bartolotti: Pasa, Kitty, cariño.
Kitty: Vine corriendo porque un mensajero le dejó esto en el buzón. ¿No lo va a abrir?
Bartolotti: ¡Un sobre certificado! ¡Y es igual a…! (Transición.) No, preciosa, lo abro al rato. Debe ser propaganda para que uno compre y compre.
Kitty: La propaganda no la mandan “urgente y certificada.”
Bartolotti: (Ríe.) ¡Qué niña más graciosa!
Konrad: Madre. La carta viene de la Fábrica de Tecnología. Delante de Kitty puedes hablar tranquila. Se lo conté todo en la escuela.
Bartolotti: ¿Qué? ¡¿Pero en qué momento estudiaron ustedes en esa escuela?! ¡Se la pasaron en la chorcha!
Konrad: Lo sabe… todo.
Kitty: Por mí no se preocupe, señora Berti.
Bartolotti: Si no es por ti, sino por tu madre. ¡Tiene una lengua! (Pausa larga.)
Kitty: ¡Abra la carta! ¡Ya me tiene nerviosa!
Konrad: Ábrela, madre.
Bartolotti: Olvidemos la carta. ¡Quemémosla! ¡Como si nunca la hubieran traído!
Kitty: Quizá diga algo agradable. A lo mejor le ha tocado a Konrad una “herencia-instantánea.”
Bartolotti: Niños, niños, siento en la punta de los dedos que no es nada agradable. (Susurra.) Se le nota que es malo.
Kitty: Entonces con más motivo tenemos que abrirla. Las cosas malas que se conocen, son menos malas que las que no se conocen.
Bartolotti: Órale.
Konrad: Madre.
Bartolotti: Léela tú, Kitty, yo no me atrevo. (Abraza a Konrad. Konrad se va alejando de ellas a medida que Kitty lee.)
Kitty: Está bien. (Lee.)
“Distinguida Señora Berta Bartolotti:”
Bartolotti: Esa soy yo.
24.- EFECTO EN OFF. LECTURA DE LA CARTA. VOZ MASCULINA.
Hemos descubierto, al revisar nuestro departamento de distribución, que cometimos un lamentable error.
Por equivocación de nuestra Computadora Central se le entregó a Usted un muchacho cibernético de siete años, que de ningún modo le corresponde.
Por ello le rogamos se sirva devolvérnoslo sin pérdida de tiempo.
La tarjeta de pedido que envió se refería a un modelo de escoba electrónica mnemotécnica cuya producción hace tiempo que se ha suspendido.
Bartolotti: ¡La escoba!
Le rogamos que prepare sin demora al niño, que será recogido hoy por nuestro servicio de asistencia técnica. Llamamos su atención sobre el hecho de que los niños-cibernéticos continúan siendo propiedad de la Fábrica de Tecnología y solo son entregados igual que cualquier celular, licuadora o aparato electrónico, a título de préstamo temporal, para su disfrute y crianza.
Cualquier objeción de su parte queda excluida, así como cualquier demanda vía judicial.
Con reiterado pesar, atentamente…
TERMINA VOZ EN OFF.
Bartolotti: Uf.
Kitty: Aquí firma un tal Monbert o Honbert…, no sé…. No se distingue.
Bartolotti: Importa un comino cuál sea la condenada firma.
Kitty: ¿Usted lo piensa devolver?
Bartolotti: (Temblorosa y triste. Se sopla con un gran pañuelo.) No me pertenece. No tengo ningún derecho. Nadie me va a defender. ¡Yo solo encargué escobas mnemotécnicas, ciber-escobas absorbentes de alta tecnología!
Kitty: (Espantada.) No tendrá Usted intención de entregárselo.
Bartolotti: Y encima: yo no sé cocinar. Llevo demasiado maquillaje. No soy una mamá convencional… No soporto ni los quinces ni las bodas ni los bautizos. ¡Ni los adornos florales de encima de las mesas! ¡Y para colmo, Egon afirma que no soy una buena madre!
Konrad: (Grita como nunca.) ¡¡Tú eres mi madre y eres una buena madre!!
Kitty: ¡Ya lo oye! ¡Konrad sí la quiere!
Bartolotti: (Triste.) Mi amor, pero es que podrías tener una madre que te diera vitaminas, que supiera cocinar pollo a la barbecue, que supiera canciones de cuna adecuadas para niños, que tuviera plaza en alguna oficina de gobierno… y que tuviera un auténtico marido, un buen padre para ti… que sepa de fútbol y de pesca submarina… (Transición, aparte.) Yo defiendo las ballenas.
Konrad: Ya me acostumbré a quererte a ti y a Egon, madre. Y si me voy lejos, también me separaré de Kitty… ¡Quiero quedarme! ¡Eso es lo que yo quiero!
Bartolotti: ¡¿Realmente lo quieres?!
Konrad: Sí. (Bartolotti lo besa por todas partes que tiene piel, lo abraza, lo apapacha.)
Kitty: Yes!
Bartolotti: (Más fuerte.) Ahora tiene que ocurrírsenos algo para defendernos de esos gánsters. Y que no me lo “levanten.” ¡Hay que intentarlo!
Konrad: Escríbeles una carta amable diciendo que me quiero quedar.
Bartolotti: La gente que escribe cartas como esta… no entiende razones del corazón.
Kitty: A esa gente no le preocupa si un chico cibernético es capaz de sentir.
Bartolotti: Veamos, veamos…
Konrad: Pero si es algo prohibido yo no puedo ayudar.
Bartolotti: ¿Prohibido, prohibido? ¡¿Qué nos importa a nosotros lo que quiera esa estúpida Fábrica de Tecnología?!
Konrad: A ellos no, pero a mí sí. Ellos me hicieron así.
Bartolotti: (Prende un cigarro.) Veamos…
Konrad: (A Kitty.) Está pensando.
Bartolotti: ¡Ya lo tengo! Konrad, ¡a tu cuarto! No puedes escuchar lo que le voy a decir a Kitty. (Konrad sale. Bartolotti susurra un secreto al oído de Kitty.)
Kitty: (Deslumbrada.) ¡Muy bien, señora Bartolotti, cuente conmigo! (Kitty arrastra a Konrad al interior.) ¡Ven, Konrad, hay que apurarse! ¡Esa gente está al llegar!
25.- MUSICA CORTINILLA Y OSCURO. FUNDE A TIMBRE.
CUADRO XXVI
SE VA EFECTO DE SONIDO DE TIMBRE.
LA SRA. BARTOLOTTI VA A ABRIR.
Konrad: (Regresa.) ¡No puedo, mamá, no puedo seguir el plan tuyo y de Kitty! ¡Me oprime! Los de Alta Tecnología son muy astutos. ¡Ese plan me… me oprime!
Bartolotti: Amorcito, de eso dependen muchas cosas. (Lo empuja.) ¡Regresa con Kitty!
ENTRA EL EMPLEADO, ACOMPAÑADO DE UN MATRIMONIO: DOS MÁSCARAS QUE SOLO HACEN GESTOS Y ASPAVIENTOS A MEDIDA QUE SURGE LA CONTRADICCIÓN.
Empleado de paquetería: (En off.) ¡¡Señora Bartolotti, abra la puerta!! ¡¡Sabemos que está ahí!! ¡¡Si no abre por las buenas traeremos un helicóptero y hombres de negro!!
Bartolotti: (Abre con cuidado y terror.) Buenas tardes, ¿qué desea? ¡Adelante!
Empleado: (Señala.) Veo que ya recibió nuestro sobre.
Bartolotti: ¿Qué quiere?
Empleado: (Señala.) Traje a los verdaderos padres del niño cibernético que le enviamos. Vengo a recoger la entrega equivocada.
Padres verdaderos: Oh, uh…
Bartolotti: ¡Pues su mercancía se largó bien lejos! ¡Se regresó a la Fábrica!
Empleado: Pues no se lo hubiera permitido.
Bartolotti: “Permitir, permitir…” ¡Caramba! ¡Primero me mandan una mercancía que no necesito ni quiero tener, y luego vienen ustedes y me la arman en grande!
Empleado: ¡Entrégueme la caja!
Bartolotti: (La busca.) ¡Aquí tiene!
Empleado: Un momento… la vecina de los bajos me ha dicho que tiene Usted un niño aquí.
Bartolotti: ¡Dos! ¡Un niño y una niña!
Empleado: Quiero cerciorarme de que no es “nuestra mercancía.”
Bartolotti: (Llama.) Amorcito, amor, amor, ¡amorcito! (Llega Konrad de la mano de Kitty, camina normal. Se coloca en una postura de los niños actuales, con prepotencia. Parece totalmente cambiado.)
Empleado: ¿Él? ¿Ella? ¿Son sus hijos?
Kitty: Soy Kitty Bartolotti.
Konrad: Soy Egon Bartolotti, ¿qué onda, wey?
Bartolotti: ¡Ya lo ve!
Empleado: (Demudado.) ¿Cómo?
Padres verdaderos: Oh, uh…
Bartolotti: ¿Qué esperaba?
Empleado: De todos modos, de todos modos… le haremos unas pruebas para constatar que NO es nuestro niño perfecto.
Bartolotti: ¡Muy bien! ¡Verán que este NO es su horrible robot!
Empleado: (A Konrad.) Canta algo, niño.
Konrad:
¿Qué es aquello que reluce
En lo alto del castillo?
¡Es el culo de Mahoma
Que le están sacando brillo!
Un soldado en un cuartel
… en la cama se meó
Y quedó tan inundada
Que allí un barco naufragó.
Padres verdaderos: Oh, uh, uh…
Kitty: ¡Bravo!
Bartolotti: ¡¿Lo ven?!
Empleado: Niño, ¿cuánto es 2 más 2?
Konrad: ¿2 más dos? A ver, este… espera que piense, cuate. Me falla la caguama. Pues, me voy a chutar un acordeón para escupirte la jeta con mi responsiva: 2 y 2 son… ¡84! Ni mais.
Padres verdaderos: Oh, uh, uh…
Empleado: ¡¿Qué?!
Bartolotti. ¿Creen que sea su niño perfecto?
Padres verdaderos: (Escandalizados.) Oh, iiih, uh, uh…
Konrad: No sean idiotas, par de rucos… Perdón, vejestorios. (A Bartolotti.) ¿Quién es este cerdo sarnoso que nos grita con voz de puerco degollado, mamá?
Bartolotti: Es un imbécil que nos mandó una compañía por equivocación. ¿Te acuerdas del robot que nos mandaron y que al final se largó por donde vino?
Konrad: ¡Ah, sí, aquel wey medio menso que hablaba puras jaladas!
Kitty: ¡Y que se molestó porque nosotros pintábamos con plumones los cuadernos y las paredes!
Bartolotti: ¡Ese mero!
Empleado: ¡Suficiente! ¡Suficiente!
Konrad: ¡No te molestes, petimetre de quinta! ¡O te mocho el bisoñé y no te dejo un pelo sano en tu choya!
Kitty: ¿Tiene hambre, hermanito?
Konrad: ¡Me rugen las tripas! ¡Me zamparía una lata de atún con mermelada y pata de res con chile morrón! ¡Y después un litro de helado de guacamole!
Kitty: ¡Pero vas a vomitar!
Konrad: ¡Pues para eso me gusta tragar, para guacarearlo todo después y ver los colores que se forman!
Kitty: (Le entrega un plato con crema Chantilly.) ¡Mira, le podemos poner crema a los frijoles que hizo mamá! (Konrad agarra el plato desechable y lo estampa en la cara del Empleado, embadurnándolo. Kitty y Konrad se ríen.)
Bartolotti: ¡No pretenderá Usted que este es el chico cibernético que yo le encargué!
Padres verdaderos: (Mostrándose violentos y en desacuerdo con el empleado.) Uh, uh, uh…
Empleado: No, uf, para nada. ¡Esto salió de El exorcista!
Bartolotti: ¡Entonces son ustedes unos estafadores, impostores! ¡Fuera de mi casa o los denuncio! (Echándolos.)
Empleado: Este muchacho no puede ser producto de nuestra Fábrica de Alta Tecnología.
Konrad: (Finge empujado por Kitty.) ¿Puedo irme con ustedes?
Empleado: ¡No nos interesas para nada, niño del demonio!
Bartolotti: ¡Es maravilloso oír eso! ¡Su verdadero niño ya no vive con nosotros! Así que, váyanse, váyanse… (Salen y ella grita.) ¡Y se llevan a sus vigilantes… que los vi por toda la colonia!
BARTOLOTTI TIRA LA PUERTA. SE MARCHAN LOS VISITANTES.
CUADRO XXVII Y FINAL.
26.- MÚSICA
LA SRA. BARTOLOTTI CAE RENDIDA. KONRAD Y KITTY TAMBIÉN. KONRAD ESTÁ PÁLIDO.
Konrad: ¡Caramba! Esto ha resultado terriblemente penoso, mamá, pero ya no me oprime.
Bartolotti: Pobrecito. Tesoro mío. (Lo besa.)
Kitty: Tu actuación estuvo preciosísima. ¡Tú mismo eres preciosísimo! (Lo besa.)
Konrad: ¿Tengo que seguir siendo así siempre?
Bartolotti: ¡Dios nos libre!
Konrad: ¿Tengo que volver a ser como antes?
Bartolotti: ¡Dios nos libre!
Konrad: ¿Y entonces cómo tengo que ser?
Kitty: ¡Niiiiño!
Bartolotti: Mira, Konrad, eso ya lo arreglaremos.

TELÓN.






Comentarios

Entradas populares de este blog

OBRA TEATRAL SOBRE BULLYING: PRIMARIAS Y SECUNDARIAS. SALVADOR LEMIS.

LIBRETO DE TEATRO ABILIO ESTÉVEZ MONÓLOGO "EL ENANO EN LA BOTELLA"

El nuevo libro de Dramaturgia cubana de LOS NOVÍSIMOS... Editorial Alarcos-Tablas. 2009.