El nuevo libro de Dramaturgia cubana de LOS NOVÍSIMOS... Editorial Alarcos-Tablas. 2009.



¿NOVÍSIMOS VERSUS VIEJÍSIMOS? ¿VIEJÍSIMOS VERSUS NOVÍSIMOS?

Salvador Lemis, MMIX




“Tú eres lo que tu deseo más profundo es. Como es tu deseo, es tu intención. Como es tu intención, es tu voluntad. Como es tu voluntad, son tus actos. Como son tus actos, es tu destino.”
Upanishad, ancestral texto védico.
“Sesenta y cuatro mil repeticiones hacen la verdad.”
Aldous Huxley.


inizio…
La historia de nuestra dramaturgia insular ha sido una batalla sangrienta donde jamás se ha derramado sangre. Todos amigos, todos colegas, pero enfrentados en un debate constante frente a las preocupaciones temáticas, estilísticas, constructivas, estructurales, que se lanzan a la arena de lo escénico textual cubano. Y de lo textual escénico.
Todos hemos entrado por el redil de la posmodernidad, aunque a algunos les inhiba reconocerlo. Pero me ha fascinado ver que estos Novísimos –incorregibles, apasionados y por suerte, indetenibles- cavan la tumba de los modelos de los realistas soviéticos y norteamericanos, e incluso del esperpéntico y risueño teatro latinoamericano ya no tan nuevo, pero que nos impulsó de manera altamente creativa y de búsqueda de formas, donde la creación colectiva fue realmente concurrencia espiritual. Estos inquietos sepultureros entran por un canal intuido, transustanciado, avalado por el espíritu de esta época y por los mismos dolores y las mismas rabias. Eso me conmueve como artista, con todos mis derechos de ser un humano y hallar ecos potentísimos de expresión. Me enorgullezco de sus letras y de sus maneras de experimentar con la imagen. Como también del papel que el Instituto Superior de Arte de La Habana ha logrado en casi cuatro décadas de existencia. Tanto como provocador de conciencia creativa, como de égida del profesionalismo y de un arte con calidad reconocible internacionalmente.
Ninguno de estos textos de los Novísimos se salva del debate sobre la absurdidad y la crueldad del otro frente al otro. Del éste frente a los demás. De los otros contra aquél. El terreno de narratividades donde diálogo/ monólogo/ virtuálogos/ silencios/ imagen/ partitura de acciones/ inserts paratextuales/ multimedia… es un espacio fértil para la crítica familiar, sicosocial, política, legal y surreal/suprarreal.
“En el momento en que hacía esta anotación, Amacaballo Fat estaba muriendo solo.”
Phillip K. Dick


primo tempo…
Lo interesante es el grito de cada uno y cada una. Se descarnan desde el lenguaje; hallan un modo de expresarse que les sea fiel, ya que nada lo es. Son los Novísimos reflejándose a sí mismos dentro de condiciones absurdas a analizar y plasmar. Visto desde una sala donde la única tarea es sentarse, presenciar y aplaudir, así se juzga. Ellos son los que ejecutan el ritual para nosotros. Y le acotan y le ponen voz. La condición y el comportamiento humanos en condiciones límites no puede ser acotado de modo realista, documental, por así decirlo, sino que se hallan nuevas maneras de reflexión, de acercamiento, de opinión y de tamizarse para reflejar el absurdo cotidiano, el absurdo de hablar, comunicarse, agredirse, mentirse y continuar viviendo. O amarse. Cada obra de esta selección lo refleja. Muchas veces, cuando leo un texto así o cuando descubro un acto vergonzoso de obligación y control sobre la libertad individual del artista o del hombre sencillo, me acuesto en una azotea y miro las estrellas. Todo el tiempo que pueda -porque ya nadie se puede sentar en un parque sin sentirse inquieto o perdiendo el tiempo, supongo-, y al mirar ese firmamento llagado de luz me percato con mayor conciencia del absurdo cotidiano. Viendo la lejanía infinita y pensando en la frase de Pascal: “la soledad de los espacios vacíos me aterra”, tomo conciencia de ese viaje astral para reírme de las leyes inventadas para castrar. Es ésa la sensación que experimento al leer sus obras: que todos estos jóvenes han tenido innumerables instantes de profunda reflexión sobre el ser y el pensar, el ser y el estar, el ser y el reflejar. De su más genuino, inocente y caro anhelo de desear algo sencillo y expresarlo de modo complejísimo. Y de qué o hacia dónde huir, parecen suplicarnos. “Sara: Tome. Córtese las manos.” (Yunior, nacido en 1982.)
Así, el objeto sígnico en desmesura (desde una multiplicidad colorida y críptica) en estos tejidos imaginales, opone resistencias de interpretación a través de imágenes articuladas casi siempre con fuertes contrastes dentro de la logicidad propia de las secuencias dramatúrgicas, pero termina por ofrecernos –cristal multiédrico puesto a la luz, rinocerontes con el cuerno de vidrio-, un guiño supremo hacia la condición humana en aislamiento. Veamos. Un cuerpo lejos de otro cuerpo, un trozo de tierra separado por los mares, un astro separado de otro astro. Hay circunstancias expuestas en sus diálogos o descripciones icónicas donde la primera lectura nos ofrece cuestionamientos sobre las situaciones, y se descubre que se rebasa la lógica del derecho a la existencia, se niegan concesiones a la lógica de lo natural y se coarta el derecho primario, genérico, de pronunciar vocales, entrelazarlas ordenadamente y elaborar discursos sobre la vida y la muerte. De un punto a otro. Madres señalan con furia, padres e hijos gritan, hermanos y hermanas aúllan, idiotas reprimen, cerdos mugen, payasos aplauden, perros andan a la deriva, se encienden televisores a todo volumen, muchachas y muchachos hablan acerca de la frivolidad, pero todas las bocas gritan, amenazan, hacen muecas feroces, como en los guiones de Antonin Artaud. Todo como en aquel adagio hindú que reza que cuando las personas gritan es porque sus corazones no se están escuchando. He ahí la culpa grandísima que cargan todos esos personajes. No pueden escuchar al otro y niegan su derecho a existir o ser, porque están demasiado ocupados en sí mismos y en sus problemas, sean de índole existencial, metafísico, poético, divino… o vulgar, inmediato, tanto como pueden serlo el hambre, el consumo, el entrenamiento obligatorio, la idiotez o el miedo. Todos los afectos, todos los sentimientos, las emociones y su bendita subjetividad han desaparecido de los replanteamientos de la imagen. La familia retorna a lo reprimido, pero desde lo deforme suprarreal tratado aún con cierto alborozo decorativo, que pareciera intentar compensar su propio horror de convivencias. Y luego, se impone el cumplimiento de lo obligatorio. Permea las relaciones. Y los anhelos privados, individuales, ingenuos. “Ricardo: Todo está en los comprobantes. Uno tiene que alcanzar los comprobantes. Así cuando agarras a la persona que ha infringido las resoluciones, lo obligas a firmar. Y con ese talonario de comprobantes lleno de firmas es mucho lo que puedes lograr en el trabajo.” (…) “Suly: ¿Por qué no apagas el televisor. No veo casi nada. Mateo: ¿Quieres que haga otra cosa? Suly: Estas paredes. Pintarlas de blanco.” (Rogelio, nacido en 1983.)

secondo tempo…
Cuando envié un archivo de mi texto La Cebra a las teatrólogas Rosa Ileana Boudet, Gloria María Martínez y Magaly Muguercia, se sorprendieron diciendo que era extraordinario constatar cómo los dramaturgos cubanos de las dos últimas décadas (final y principio de siglo) habíamos mantenido –sin acuerdo previo- un mismo modo de tratamiento de las deconstrucciones de los presupuestos dramatúrgicos, tanto en los diálogos como en las caracterizaciones o presentaciones de personajes, en la selección y concreción de imágenes, así como en otras maneras de decir. ¿Más tajantes, lacónicos y perversos? La imago defendiéndose por sí misma. Hay una respuesta: la visión de la Dra. Raquel Carrió Ibietatorremendía, quien, con una vida dedicada a la enseñanza y a la creación, ha sabido motivar en cada uno de nosotros un modo de expresarse y apasionarse y, sin generar epígonos, saber qué es la autenticidad y qué es lo trascendente, sobretodo en el cierre de un ciclo donde la mirada modernista del siglo XX colapsó y donde eran tan necesarias nuevas formas de plasmación concreto sensorial artística desde lo teatral. Varios apoyaron ese impulso. Como la Dra. Graziella Pogolotti, la teatróloga Vivian Martínez Tabares o los maestros Francisco López Sacha y Armando Suárez del Villar. Otros, desde una crítica tendenciosa o preñada de intereses, han intentado cortar alas. O lenguas. O testículos. O trompas de Falopio. O sacar ojos. Habrá que inventar un nuevo círculo en el Inferno para meter a esa gente y otra nubecilla con arpas en el Paradiso para entronar a dramaturgos visionarios. “Berta Jones: Esos chiquillos me van a matar del corazón.” (Fabián, nacido en 1981.)

“Cuando nos encontramos un cartelito de ‘No Tocar’,
¿qué nos apetece hacer? Evidentemente, tocarlo.”
Marc Gobé.


intervalo…
Las obras dramáticas presentadas en el libro Teatro cubano actual (Novísimos dramaturgos cubanos), de la colección Aire Frío, Editorial Alarcos y el multimedia “Tubo de Ensayo”, sorprenden no tanto por la madurez de las creaciones, sino por su impacto a corto y largo alcance en el contexto teatral. Son altamente renovadoras y desde su insilio no están desfasadas de lo más representativo de la escena mundial. “Daniel: ¿Qué se siente cuando abres los ojos? Jim: Luz. Mucha luz. ¿Podemos empezar?” (…) “Pedro estruja el periódico y se limpia con él.” (Maikel, nacido en 1979.)
Textos donde la vitalidad prima por encima de cualquier necesidad de romper con los cánones establecidos por los maestros anteriores. Obras que presentan un desordenamiento del orden desde la multiplicidad vocal propositiva. Y que, más que tesis de creación, son el famoso “pistoletazo en un concierto” de discursos que ya se notaban reiterativos hasta la saciedad e incongruentes con el milenio. Un coctel de antropología socio-sicocultural, color, crisis de todos los consabidos valores modernos, crisis de sentido, velocidad e intercortes cinematográficos, desparpajo adolescente, incertidumbre caribeña y global, conciencia de universalidad, ataques a conciencias adormecidas, interconexiones con el afuera electrónico, experiencias sensoriales completamente renovadas y enfoque visionario de cambio. No se intenta ya crear grandes obras, sino grandes experiencias. Es el nuevo estremecimiento. “Maravillado Roca: (…) Mírale el lado bueno, Irene. Vamos a mudarnos a Utopía, es lo que nos queda. (…) Irene: Felices ellos, se quedan con nuestro único perro muerto en común.” (Gabriela, nacida en 1985.)
Y parten de lo que las teatristas Flora Lauten y Raquel Carrió defendieron a ultranza en sus procesos a partir de la década de 1980 hasta nuestros días: el tratamiento analógico de las narrativas dramáticas de la imagen. Y su plasmación. Como aquellas pinturas de Segundo Planes, el creador pinareño, quien fue el primer artista cubano que me mostró en imágenes lo que quince años después escribirían estas generaciones tan novísimas. Y volvemos al transitado camino de las analogías y homologías: cheque en blanco donde cada quien escribe la cifra que más le conviene, parafraseando a Madame Yourcenar. La analogía se acerca siempre a lo equívoco, a la desorientación más que a la lectura concreta y lógica –unilateral, superficial- de un espectador que “quiere que le mastiquen una historia lineal con un happy end incluido.” La analogía gana en el terreno de lo que Fina García Marruz me expresó como la “fértil armonía.” Con las presuposiciones de un “happy end” no se construye-deconstruye-reconstruye el arte actual. Así no se propone nada. Estos textos, incluso el más apegado aún a lo tradicional, traicionan toda lógica aparente. No regalan ovillos de lana o alas emplumadas y cera de abejas para salir del laberinto. No. Hacen que nos perdamos más dentro de sus no límites. Y si un laberinto es laberinto, pero paradójicamente carece de paredes y de límites…, entonces, ¿qué se puede hacer? ¿A qué nos están convocando? “Gastón: ¡Tú carga!... Lo que disfrutas es romper el orden, alterar las cosas.” (…) Efraín: Tiene que ser algo hermoso. ¡Oh, una carreta con un solo buey!” (Agnieska, nacida en 1977.)
“En la jungla social de la existencia humana uno no puede sentirse vivo si no retiene un sentimiento de identidad.”
Erik E. Erikson


terzo tempo…
Las estructuras y planos compositivos de estos tejidos presentan todos los ingredientes de los chats virtuales, los caminos de las ciber-identidades y el ciber-espacio, donde entidades con diversos nicks pueden dialogar o desentenderse del diálogo o enrarecer las charlas o mentir, siempre mentir, para que cada mentira adquiera quizá rango de verdad inmediata, para deshacerse después. Y ni las mentiras ni las verdades, ni las promesas eternas ni los dolos supremos deben ser tomados muy en serio. Cada aseveración tiene un porcentaje de legitimidad y otro tanto de inseguridad. Eterno coqueteo de los artistas cubanos y el criollísimo “por si acaso.”. Los Novísimos nos gritan dentro de una reverberación inusitada de ecos (pronunciados y pre-grabados) que la magia existe, pero que la vida también. Y que existen los rencores y las traiciones, las hermandades y los fraticidas, los patrones y los esclavos, las dichas y las desdichas, los pactos y los desacuerdos… Resumiendo: la incertidumbre. Vocablo de moda. Pero no. No es ésta una noticia nueva, ya lo sé, pero ellos han sabido representarla de modo que se nos aparezca con tintes de novedad. No hay otro modo de abofetear conciencias ni en el arte ni en ningún modo de relación entre humanos, que no sea a partir de matar con hierro y con hierro morir. O igual: colocarse en la cola infinita de los que marcan con hierro y fuego al de adelante, para que éste lo haga con el otro y así y así… La cadena de las siglas y las pertenencias. Insisto: seamos totalmente inexpresivos, aunque en el fondo amemos al ser que ama a otro ser, que a su vez ama a otro ser, que nos ama. Aunque ellos parecen decir: seamos totalmente expresivos, aunque en el fondo odiemos al ser que odia a otro ser, que a su vez odia a otro ser, que nos odia. Ambas opciones están en sus obras. Y más. “Ismene: Estamos solos. (…) La culpable de todas y cada una de las calamidades que padece esta ciudad. La causante de la fiebre alta de Creonte, de sus delirios, del terror de la caída. (…) Se ha puesto de moda en la calle, en las escuelas, en las revistas… ¿yo qué puedo hacer? (…) En cada esquina un murmullo. (…) eso no es un asunto político, es un problema de amor. A ver, cómo les explico que así es la Historia. Eso lo tienen que entender.” (Yerandy, nacido en 1982.)
Son los textos un llamado al cuestionamiento del tema supremo del teatro contemporáneo cubano: libertad-identidad. Y si para Karl Marx, el amigo tormentoso de Friedrich Engels, la “libertad es la conciencia de la necesidad”, ¿qué podrá ser para estos jóvenes dramaturgos ansiosos por transmitir sus ideas y porque sus obras promuevan un nuevo modo de plasmar -desde la escena- las interesantísimas didascalias y secuencias que habrán de resolverse en un modo otro de replantearse la dirección? Tanto la identidad cubana de sus textos –que he disfrutado desde cada picardía legible a todo aquél que siga siendo cubano-, como la concepción de seres globales, planetarios, no ajenos, así como la revelación de sus menudos secretos, hacen de estas obras un producto que ya existe y que nadie puede parar. Nadie. Lástima para los críticos a los que la maquinaria ya no les funciona. Y también porque aquí se discuten opciones de decisiones individuales con la conciencia de vivir una sola vida. Han colocado en el “centro” la problemática marginal de sus lugares de origen y la han defendido generando nuevos modelos de concreción escénica que –uniéndolos- les da voz propia. A la par que eco. Se han asomado al abismo, y según la creencia popular: “cuando te asomas al abismo y lo miras, el abismo te mira a ti.” “David: Al final, la casa es uno mismo.” (…) “Máquina: Nooooooooooooooooooooooooooooooooooo.“ (Rayder, nacido en 1983.)
“Todo ocurre en nuestro universo mental.”
René Magritte


quarto tempo…
Veo tantos planos de lecturas y tal modo virtual de poder moverme dentro de cada texto de los Novísimos, que disfruto, me mareo y resurjo como el Ave Fénix para replantearme otra vez qué me están queriendo decir o qué se están susurrando a sí mismos. Así como definía Octavio Paz la irrupción en el universo de Remedios Varo: “son como navegaciones por el interior de una piedra preciosa.”
Y encuentro que las prosopografías y etopeyas de personajes no obedecen al esquema tradicional de caracterización a partir de un rasgo pertinente sostenido. Continuamente crean estrategias de subversión de las denuncias de los personajes en consonancia con el no-ser y el no-estar incluidos en algún proyecto lógico-ilógico de vida. Ya sea por entrar en el círculo vicioso de las coartadas de las palabras, como por el miedo instituido como valor para tener permiso de vida. Carné del existir: la cuota diaria de oxígeno: la felicidad racionada. “Rul: Así que desde nené uno tiene por carné de identidad al descrédito, con su cuño entintado en paranoia.” (Marien, nacida en 1982.)
Un universo de metaficciones donde cada una niega a la otra para corresponderse y generar una historia, que a su vez se inscribe en otro plano narrativo-dramático para trastocarse en su contrario y volver al principio. Un modo fabulador desquiciante, pero no por ello menos excitante-exitoso para un lector profesional. La confusión de los límites entre personajes y sus adecuaciones voluntarias a rol e historia. Todo esto se subvierte en juegos y más juegos de mordidas, insultos, besos, alabanzas, terrores, súplicas, bromas, intercambios o ficcionalizaciones del otro para justificar la existencia propia. Arremetidas de ambigüedad en todos los órdenes. Mitos desvirtuados y desvirgados por el descaro y el ímpetu del autor novel. Gravitaciones contextualizadas del sexo en la tierra caliente, seres asexuados, guajiros, presentadoras, oficiales, capitanes, enfermeras, reyes, números, musarañas, máquinas, rubios, perros maricones, putas y quimeras cohabitan en la ficción de esos deseos entretejidos a parábolas sobre la política y lo cotidiano. (Paolo el Veronés fue juzgado por la Inquisición al plasmar eso mismo en una versión de La Santa Cena.) El sentido del humor está, existe, y es algo de lo que jamás podemos desprendernos, pero desde el terreno de la mueca y de un neo-expresionismo teatral que convoca a bruñir el monumento a la imagen pura, evocando a los polacos, especialmente a Stanislaw Witkiewicz. Primo hermano putativo de Virgilio Piñera y de José Lezama Lima. “Presentadora: No podía ser otro el final. Pablo cayó desde un noveno piso, y la sangre fluyó inmediatamente. Aún podemos ver la marca en el asfalto: el único monumento que se permitió un hombre como él. Y de esta forma repentina concluye su historia, y también breve aventura; el esbozo, al menos sincero, del héroe que fue. Ya, sobran nuestras palabras. Tengan todos una buena noche.” (William y Alejandro, nacidos en 1983.)
***

fine…
Comentadas por Franz Werfeld: el tiempo y el espacio son una creación de la luz, que no al revés. Esa decimoséptima paradoja de Usler me llena de esperanzas. La generación de los Novísimos, emparentada con los artistas ochenteros y noventeros sigue, seguramente, escribiendo en silencio en casas o albergues de becarios, de modo que en el fogón ilustrísimo de nuestra Historia, el teatro pervive llameante, a pesar del deterioro y la humedad de todas las cosas, incluyendo al propio planeta Tierra: trozo de astro, agua y granito, infinitamente diminuto, que gira idiotizado de egolatría entre millones de galaxias./ “Diana: (…) Mi amor es mi mundo, plano, circular, oblicuo… Tartamudo mundo que no necesito que hable.” (Rayder, nacido en 1983.)/


APLAUSOS/ TELÓN.

Comentarios

Rosa Ileana Boudet ha dicho que…
La verdad es que leo la nota con retraso y no he leído el libro, pero me parece estupendo lo que dices.

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